Santo Domingo.- Hoy se conmemora el 177 aniversario de la Batalla del 30 de marzo, un gran enfrentamiento en el que las tropas dominicanas obligaron a los soldados del general haitiano Jean Pierrot a retirarse del país.
En este combate encabezado por los generales José María Imbert y Fernando Valerio, el joven ejército independentista venció nuevamente al ejército haitiano, el cual había invadido la República tras su derrota en la batalla del 19 de marzo, en Azua.
“El triunfo dominicano en Santiago fortaleció la fe del pueblo en sus aspiraciones liberales y constituyó un gran estímulo a favor de la identidad nacional de todo el colectivo, que ya había comenzado a asimilar la idea de tener un Estado propio, que desde el 27 de febrero de 1844 se llamó República Dominicana”, dijo el historiador Juan Daniel Balcácer.
Cientos de soldados dominicanos vencieron con energía a unos 10 mil del ejército haitiano, convirtiendo esta batalla en una de la de mayor magnitud después de la ocurrida en la región Suroeste.
El historiador dijo “el pueblo quedó convencido de que era capaz de defender su independencia y que la superioridad numérica del ejército haitiano no podía imponerse sobre la determinación de la gran mayoría de los dominicanos de mantenerse libres e independientes de toda dominación extranjera, de acuerdo con el proyecto duartista de liberación nacional”.
Lucha en el Cibao
Previo a la batalla del 30 marzo producida en Santiago en 1844, los aguerridos dominicanos realizaron un proceso de preparación que consistió en obtener dinero para la compra de armas.
Gracias a la asistencia del Padre de la Patria, Matías Ramón Mella y Pedro de Mena pudieron obtener donativos de personas acaudaladas de Santo Domingo y Santiago.
“El presidente haitiano Charles Herard dispuso que una imponente invasión miliar, encabezada por él mismo penetrara a territorio dominicano con el fin de mantener “la unidad de la República Haitiana sometiendo a la obediencia a los hispanos del Este”, que así llamaban ellos a los dominicanos”.
“La invasión haitiana penetró al territorio dominicano por el Sur y por el Norte, el franco Sur lo dirigió Herard en persona, mientras que el del Norte estuvo al mando de Pierrot, cuyos soldados fueron quienes escenificaron la batalla”, explicó Balcácer.
Mientras que por el país lucharon los generales José María Imbert y Fernando Valerio López, acompañados de los oficiales Achille Michell, Pedro Eugenio Pelletier, Román Franco Bidó, José María López, Lorenzo Mieses, José Nicolás Gómez, Ángel Reyes, entre otros valientes militares.
Tres días antes de esta lucha, la Junta de Gobierno, presidida por Tomás Bobadilla, llamó a José María Imbert, quien era comandante de operaciones en Santiago para que organizara un contraataque a los haitianos.
Imbert atrincheró la ciudad, construyó fosos y tomó precauciones, mientras que Pierrot dividió sus tropas, atacando el 30 de marzo y resultando embestidos por Imbert en el fuerte “Dios, Patria y Libertad”, frente a la Sabana de Santiago.
Los haitianos contraatacaron y fueron rechazados por la artillería dominicana, los haitianos se desesperaron y lanzaron un ataque que fue vencido con los cañones del fuerte “Dios, Patria y Libertad” y por la infantería de Fernando Valerio, obligando al ejército a retroceder dando la victoria al pueblo dominicano.
Las luchas, un arma poderosa
El también catedrático manifestó que las luchas que se libraron sobre el territorio nacional para consolidar la Independencia Nacional representan un ejemplo para los demás pueblos, tal y como lo expresara uno de los Padres de la Patria.
“Como lo destacó el propio Juan Pablo Duarte, el triunfo de las armas dominicanas, lo mismo que en Azua que en Santiago, sentó un ejemplo para los demás pueblos del Caribe (Como Puerto Rico y Cuba, por ejemplo), en el sentido de que ya había llegado la hora de romper los vínculos de dependencia con cualquier país o potencia extranjera y constituirse en nación independiente y democrático”, señaló.
Respecto a las marchas pacíficas que hoy en día protagonizan diversos sectores en contra de la impunidad y corrupción que impera en el país, Balcácer comentó a EL DÍA que éstas forman parte del sistema democrático por el que lucharon los fundadores del país.
“Las manifestaciones cívicas que realizan diversos sectores de la sociedad, se expresan públicamente dentro del marco jurídico que les confieren la Constitución, al amparo de un sistema democrático vigente en nuestro país; sistema por el cual lucharon los fundadores de la República y quienes han continuado con su gran legado histórico”, acotó.
*Este artículo fue publicado originalmente el 30 de marzo de 2018