Reverendo Padre Fisner Vaillant, director de Cáritas de San Pedro y Párroco de la Parroquia San Pablo.
1. Les digo que, si éstos callan, las piedras clamarán (Lucas 19,40). Ante la violencia y el abuso de todos tipos, no nos podemos callar puesto que somos discípulos de Jesús. El actúa a través de nosotros porque somos la única Biblia que el público todavía lee. Somos el último mensaje de Dios, escrito en hechos y palabras.
2. Con un corazón humano, una actitud cristiana y como Pastor, vengo a hacer un llamado al amor misericordioso de Dios y compasión para los inmigrantes haitianos ante los abusos, la violencia y el maltrato que están recibiendo en las manos de los agentes militares de migración en la calle a la hora de la deportación. Esta situación doliente y chocante me interpela.
Pido que se respecten los derechos de la persona, aunque son inmigrantes ilegales, como todos los demás derechos, se basan en la naturaleza de la persona humana y en su dignidad trascendente. Dios no nos ha creado como objeto, sino como personas amadas y capaces de amar; nos ha creado a su imagen y semejanza, dotando a los hombres una dignidad única que merece ser respetada.
3.El estado tiene el derecho a regular el flujo migratorio y a defender sus propias fronteras, asegurando siempre el respeto debido a la dignidad de toda persona humana. Imitemos la mejor forma de deportación y repatriación de los ilegales para que no caigamos en la violación de los derechos humanos de cierta persona. Pueden ser ilegales que sean, pero son siempre humanos. Los inmigrantes haitianos ilegales en el país tienen derecho a un trato digno en el momento de ser deportados.
4.Como discípulos de Jesús, no queremos ser indiferentes ni individualistas. Pedimos a Dios que nos dé ojos atentos a los hermanos y a las hermanas, especialmente a aquellos que sufren, reconociendo el carácter inalienable de la dignidad humana de cada persona, sea cual sea su raza, lengua o condición (Constitución Pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II). Y nos deja dos conceptos: compasión y empatía. Recordamos que, en la mayoría de las principales tradiciones religiosas, incluso el cristianismo, encontramos la enseñanza que nos exhorta a tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
5.Seamos conscientes de las personas que hay detrás de estas situaciones, pongamos nuestra mirada, nuestra denuncia y nuestro actuar responsable y comprometido frente a estas situaciones como expresión del amor del Señor y tengamos en cuenta en todo momento que los inmigrantes haitianos, no son animales, no son invasores, no son destructores, no son objetos, no son cosas, son trabajadores con una dignidad plena como hijos de Dios que tienen sangre igual que todos.