Por: Gabriel Romano
La Paz.– Una pequeña cruz de madera junto a unas cuantas flores, un par de velas apagadas y un casquillo de munición en una loma al lado de una cancha de fútbol de tierra recuerdan a Beltran Condori, fallecido por un disparo durante las protestas en Bolivia.
EL MEDIODÍA DEL 11 DE NOVIEMBRE Aquella jornada la situación era altamente conflictiva en las zonas de Los Rosales y El Pedregal, dos barrios en el extremo sudeste de La Paz, uno de los sitios críticos en las protestas.
La crisis había tocado al barrio de Brígida Aruni, una mujer aimara que vivía en su casa con Beltran, su hijo, y Yola, su nuera, que habían tenido la felicidad del nacimiento de su primogénita hace dos meses.
Brígida contó a Efe que su hijo de 23 años había llegado a casa más temprano, tras la decisión de su jefe de obra de que todos los obreros de la construcción en que trabajaba finalizasen su labor a mediodía debido a los “tantos problemas” del país.
“Aquí estábamos almorzando juntos”, recordó la madre de Beltran, todos comieron una sopa de fideos y después se pusieron a mirar la televisión, sin percibir que la grave crisis que reflejaban los noticieros se estaba gestando en la puerta de su casa.
El ambiente en el barrio era muy tenso, pues la noche anterior una turba que supuestamente protestaba tras el anuncio de Evo Morales de que dejaba el poder asaltó un aparcamiento de buses municipales, a dos calles de su casa, para luego prenderles fuego y reducirlos a chatarra inservible.
LA MUERTE DE BELTRAN Los gritos de una muchedumbre se comenzaron a escuchar junto a las explosiones de dinamita y petardos, al mismo tiempo que el olor a gas lacrimógeno se expandía entre un grupo de casas de ladrillo a medio construir.
Brígida aseguró que los que protestaban en su barrio “no eran vecinos”, algo fácil de advertir, puesto que entre todos se conocen.
Beltran salió de inmediato al patio del pequeño terreno tapiado de su casa para conseguir una plancha de metal que se usa para cubrir techos, con la idea de ajustarla con alambres a una ventana que daba a la calle y así evitar que las piedras o proyectiles causaran daños.
“Estaba en mi cuarto. No vas ha salir, me ha dicho”, recordó a Efe Yola, la mujer de Beltran, que ese momento trataba de calmar en sus brazos a la hija de ambos.
De un momento a otro Beltran salió de la casa y atravesó la superficie escarpada de la cancha de fútbol del barrio hasta llegar a una pequeña loma, desde la que se podía observar el sitio del encontrón entre manifestantes y policías.
Yola estaba mirando el exterior desde un pequeño espacio de su ventana, que daba justamente a aquella loma en la que se paró su esposo.
Ella vio el momento del impacto del proyectil y cómo su esposo se desplomó en el piso.
“Le han disparado de atrás” y “ahí mismo le han pateado los policías”, relató esta joven con la mirada perdida mientras arrullaba a su hija.
Este relato fue confirmado a Efe por vecinos de la familia, que registraron lo sucedido en fotografías donde se ve al joven en el piso rodeado de policías que le daban golpes con sus botas para saber si estaba con vida.
ACUSAN A LA POLICÍA DE IMPEDIR EL AUXILIO Brígida al enterarse que habían herido a su hijo salió de su casa desesperadamente, pero ni bien dio los primeros pasos, una fila de policías le impidió que siguiera.
“La Policía me ha dicho date la vuelta. Con su arma me ha dicho”, recordó la mujer, que impotente suplicaba que le dejaran ver a su hijo y que no la dañaran a ella.
Los agentes se la llevaron por otra calle sujetándola de los brazos y diciéndole “venga mierda, venga mierda”, mientras que la acusaban de ser una de las manifestantes, según recapituló.
Consiguió llegar a su casa varios minutos después, cuando mostró su carné a los oficiales en el que señalaba que ella realmente vivía en la zona y que no estaba bloqueando o protestando.
Con la ayuda de su hermano René, que vive en una casa contigua, consiguió llegar donde su hijo para subirlo a una camioneta y llevarlo a un hospital cercano con la esperanza de salvar su vida.
El certificado de defunción de Beltran indica que murió por un “traumatismo toráxico y abdominal abierto”, causado por un “proyectil de arma de fuego».
EL PEDIDO DE JUSTICIA “Mi hijo no era malo, mi hijo era bueno. Cómo me lo han matado a mi hijo con esas armas”, se lamentó Brígida en medio de llanto y lágrimas incontenibles. “Pido justicia”, no cesaba de decir.
“Era bien bueno, me traba muy bien y no nos hacía faltar nada. A su hija la quería harto”, aseguró Yola con una voz tímida y reacia a hablar mucho para que sus emociones no se derrumben.
El joven aparte de trabajar en una construcción solía ayudar a su madre a instalar los fines de semana un puesto callejero de venta de frutas, pues ambos aportaban para cubrir una deuda bancaria.
El día que Beltran murió también fallecieron otras dos personas en el conflicto que sufre Bolivia. La causa de la muerte de Beltran está bajo el acompañamiento de la Defensoría del Pueblo de La Paz y se suma a las otras 22 muertes y más de 700 heridos que han dejado el conflicto en Bolivia tras las elecciones del pasado 20 de octubre.
La crisis comenzó al día después de los comicios con las denuncias de fraude a favor de Evo Morales, quien finalmente el 10 de noviembre renunció a su cargo de presidente forzado por las Fuerzas Armadas. Evo Morales abandonó Bolivia el 11 de noviembre y recibió asilo en México.
La renuncia de Morales ha sido calificada como “golpe de Estado» por varios gobiernos y políticos latinoamericanos.
Otros países han reconocido al Ejecutivo interino de Jeanine Áñez, mientras que parte de la comunidad internacional ha instado al diálogo sin pronunciarse sobre la crisis política.