Balaguer ¿un hombre austero o tacaño?

Balaguer ¿un hombre austero o tacaño?

Balaguer ¿un hombre austero o tacaño?

Balaguer debió entregar 100 pesos a un comerciante, pero en vez de hacer esto, el mandatario “se lo embolsilló” y solo dio cinco pesos al negociante, se propala entre los moradores de la comunidad.

Apenas comenzando el primer período de sus gobiernos, en la inauguración del hospital materno infantil del municipio de Tamayo, al entonces presidente Joaquín Balaguer le facilitaron “una papeleta de cien pesos” para que la entregara a un comerciante del lugar, pero el mandatario, “ni corto ni perezoso” tomó este dinero y lo metió en el bolsillo, y solo dio cinco pesos a su seguidor que había hecho una larga fila para saludarle y hacerle peticiones.

Por eso, y según se comenta en corrillos políticos, especialmente entre sus seguidores, el extinto presidente Balaguer tuvo “fama” de ser un hombre “sobrio”, extremadamente “parco” en el gasto de los recursos. Este comportamiento no se limitó al uso de sus posesiones personales, sino que también asumió esa actitud con los recursos del Estado. El propio Balaguer llegó a decir que “la corrupción se detenía en la puerta de su despacho”.

Pero el otrora diputado y alto dirigente del partido del “gallo colorao”, doctor Juan Esteban Olivero, llegó incluso a considerarlo, sin ambages, como “un hombre tacaño”.

Tan roñoso –se decía entre algunos de sus partidarios- que existen innumerables historias de su alegado estilo de vida frugal. Según las narrativas que pululan entre mentideros políticos, en una ocasión tuvo lugar un hecho particularmente llamativo en el ejercicio en uno de sus tantos gobiernos.

Relatan que en una ocasión un director del Instituto de Estabilización de Precios (INESPRE) le visitó en su despacho para solicitar una asignación extra de fondos para un programa de venta de alimentos baratos para la población. El país afrontaba -como ahora- una crisis en los abastos y costos de los productos de primera necesidad.

Para comenzar, Balaguer dijo al funcionario que el gobierno no tenía dinero para ese programa. Le comunicó que los recursos ya estaban comprometidos en los presupuestos de las secretarías de Estado y demás instituciones.

Ese dinero era mío

Pero el incumbente del INESPRE insistió que existía la necesidad de implementar este plan de ventas para evitar que la gente comience a protestar debido a los altos costos de los alimentos. Tras escucharlo atentamente, Balaguer expresó:

-“Usted me dice que necesita esos recursos, que se requieren para prevenir la ocurrencia de protestas y hechos violentos en las calles del país”.

-“Sí, señor Presidente”, contestó el funcionario.

-“Yo te voy a conseguir esos fondos, los voy a sacar de un dinero que tengo ahí, pero te lo entregaré con la condición de que ese dinero retorne a mí de nuevo, tiene que devolverlo a mí, a más nadie”.

-“Sí, señor Presidente, muchas gracias”, respondió el funcionario con gesto de agradecimiento.
Balaguer dispuso que le entreguen los recursos al director del INESPRE. Éste montó sus operativos de “ventas populares” en distintas comunidades del país. Según las crónicas periodísticas de la época, los mismos fueron exitosos y la gente pudo paliar en algo los efectos de la carestía.

Tiempo después el director del INESPRE se acercó otra vez a Balaguer para que le asigne nuevos recursos para otros operativos. La petición parece enfureció al mandatario, quien se dirigió a éste en un tono poco amistoso.

-¿Y los recursos que yo te entregué, qué lo hiciste, dónde está ese dinero?
El funcionario, visiblemente nervioso porque no esperaba esa respuesta del mandatario, contestó:

-“Señor Presidente, aquí le traje un reporte de los resultados del programa que fue todo un éxito y la población ha sabido apreciarlo…”.

-“Yo no te estoy pidiendo reportes, te estoy preguntando qué dónde está el dinero que te entregué y que te dije que tenía que entregarlo a mí, a mí….”.

-“Señor Presidente, esos detalles están en el informe. El dinero que se generó de las ventas fueron reintegrados a las arcas del Estado por los canales correspondientes, las vías que establece la Ley”.

-¿Y quién le autorizó a usted reintegrar ese dinero al Erario Público? ¡Ese dinero era mío, mío, y usted debe entregarlo a mí, eso fue lo que yo le dije!

Balaguer no dio un centavo más al funcionario y según se dijo entonces, este servidor público que gozaba de renombre de hombre serio y eficiente en su trabajo, fue destituido semanas después de haber ocurrido este percance.

La botó “por los 400”

Pero donde Balaguer “la botó por los 400” como se dice en el argot beisbolero, haciendo gala de su estilo de hombre temperado, administrador frugal de recursos escasos, fue durante una visita que realizó en 1966 al municipio de Tamayo, donde inauguró el hospital materno infantil del lugar, una promesa de campaña del líder reformista.

El fenecido diputado reformista y ex fiscal del Distrito Nacional, doctor Juan Esteban Olivero, relata que luego de la inauguración Balaguer recibió a un grupo de personas que hicieron una fila para entregarle cartitas, hacer peticiones y expresar algunas quejas.

A medida que le saludaban Balaguer “les hacía un pequeño regalo consistente en cinco pesos”.

-“Su gobierno era aún muy nuevo, y no todos sabían que en el manejo del dinero siempre ha sido más bien tacaño”, refiere Olivero Féliz en su libro “Balaguer…anecdotario de humor político”.

Olivero Féliz observó que “en aquella fila, no todos eran de igual categoría. Algunos de mejores posiciones sociales también querían aprovechar la visita del presidente de la República para saludarle o hacerle algún requerimiento”.

-“Entre estos últimos estaba Ramón Reyes; yo le conocía, además de comerciante era un dirigente de mucho mérito en el partido y alcalde pedáneo en un paraje de la sección El Jobo”, contó el fenecido dirigente reformista.

Indicó que Reyes planteó sus inquietudes a Balaguer y le entregó un sobre con su solicitud por escrito.

Pero cuando iba a despedirse, el Presidente “saca de su bolsillo una papeleta de cinco pesos” para entregarla al dirigente reformista de la localidad.

Narra Olivero Feliz que “antes de que (Balaguer) le entregue esa papeleta (a Ramón Reyes) él tomó de su bolsillo un billete de cien pesos, y le susurro:

-“Señor Presidente, no le pase el billete de cinco, pásele este de cien, que ése no es un hombre de cinco pesos”.

-“De todas maneras, el Doctor se guardó los cien pesos (en su bolsillo) dejando en las manos de Ramón los cinco míseros pesos”, contó el ex diputado.

El hecho anecdótico ha permanecido en el tiempo y todavía se comenta entre contertulios que dijeron haberlos vivido, expresan en forma de chanza que Olivero Féliz “se quedó esperando” que Balaguer le devolviera sus cien pesos.

A partir de lo narrado ¿era o no era Balaguer tacaño?

*El autor es periodista.