«El respeto al derecho ajeno es la paz», Benito Juárez.
Me resultó sumamente indignante llegar al hogar de una anciana que se encuentra postrada en una cama y ver como las bocinas del colmado ubicado al lado de la casa estaban colocadas en dirección a la vivienda como si se tratase del cañón de un tanque de guerra presto a destrozar a su enemigo, esta vez, no con misiles, sino con un arma más mortífera para la víctima, el ruido excesivo.
Tras unos cuantos minutos de tocar a la puerta y confundido por el volumen que me contaminaba, por fin soy recibido por la hija de la señora objeto de mi visita.
Una vez dentro, la señora me explica que ni su madre ni ninguno de los que viven allí pueden soportar el estruendo de las bocinas y que la única manera de suavizar esa contaminación acústica es cerrando todas las ventanas conjuntamente con la puerta. Pero esto no quedaba ahí, me dijo, que los fines de semana es peor, ya que no solamente tenían que soportar las bocinas de ese colmado, sino también las de los carros de los clientes que al parecer hacen competencia con la música del negocio.
Lo que más me llamó la atención, es el hecho de que ese colmado está ubicado en una zona residencial y que los vecinos al parecer se han acostumbrado a tal situación… o ya están cansados de denunciarla a las autoridades competentes.
Yo creo que muchos de nosotros pensamos que la contaminación ambiental solo tiene que ver con la basura que se encuentra en los ríos y calles de nuestro sector, pero, realmente el uso del volumen en exceso trae consigo daños graves a nuestro sistema auditivo.
Es un abuso que en zonas residenciales personas desaprensiva pongan el negocio por encima de la salud de la gente, que a su vez, son sus consumidores, y que además, permitan que personas de otros lugares aparquen sus vehículos frente a las viviendas, con bulla incluida, sin permiso.
Desde aquí, me gustaría pedir a las autoridades que no descansen en la lucha en contra de este tipo de contaminación contemplada en la ley 287-04 sobre prevención, supresión y limitación de ruidos nocivos y molestos que producen contaminación, que acudan al llamado que hacen los afectados y que una vez comprobadas las denuncias sean debidamente procesados los causantes de este mal, esos que nos quitan el sueño y la tranquilidad.