Es común escuchar que “somos lo que pensamos” y, en esa línea de tiempo, lo que leemos nos ayuda a dar forma a gran parte de ese pensamiento. De niña fui fanática de la letura y, como rutina, reescribía lo que leía… sí, hice muchos ejercicios de lectura comprensiva.
Hoy soy la combinación de lo que reescribí y uno de los libros que más ha calado en mi mente y corazón no tiene que ver con hacer buen periodismo, pero si con convertirme en una mejor persona. Leía mucho desde pequeña, mis lecturas favoritas eran la biografía.
Me apasionaba leer sobre personas, lugares y cosas… conocer lo que, en mi entorno, no tenía acceso, sin embargo, en la adolescencia llegó a mis manos el libro “Cómo amarnos los unos a los otros”, de Leo Buscaglia, y ahí se pararon las aguas y lo convertí casi en mi biblia de acción positiva.
Es a partir de ahí que empecé a construir la persona que quería ser, sin importar mis circunstancias ni las personas que me rodeaban o las cosas que me pasaran, yo estaba determinada a que el amor y la bondad formaran parte de mi vida y, a medida que avanzaba en las lecturas de los libros de Buscaglia confirmaba una de sus grandes frases: “Sólo los débiles son crueles. La bondad solo se puede esperar de los fuertes”.
Hoy quiero dar forma a ese “amarnos los unos a los otros” para transformarlo en “ayudarnos los unos a los otros” porque lo que sigue, después de asumir el amor como un estilo de vida y hacer todo lo posible por trasmitirlo en nuestro entorno, es ser replicadores y multiplicadores de las buenas acciones.
En los últimos meses me he quedado con una idea poderosa que me ha confirmado que, unas veces más que otras, ando por buen camino: “No pienses en algo bueno, simplemente haz algo bueno”. Nunca terminamos de aprender, de crecer y de sumar en positivo mientras vida tengamos. Tratemos de ayudarnos los unos a otros, de amarnos y hacer lo bueno.
No dejemos de reunirnos, de compartir lo bueno y lo aprendido, de ser agradecidos de hechos y no de palabras. Si hemos recibido, tenemos el compromiso de dar y aportar. Animémonos cada vez más a multiplicar nuestros dones.