Defectuoso, de fe intermitente, comoquiera seré siempre católico, aunque temo que cuando muera deba renegociar con Dios si nos encontramos por ahí…
Por eso me dolió ver que varios obispos entrevistados sobre la situación haitiana respondieron lamentablemente, revelando el estado mental de nuestra Iglesia. Aparte de ningún consenso, ¡qué vergonzosa incapacidad argumentativa y discursiva! (Véanlo en tuit en @josebaezguerre1).
La falta de evangelización y la crisis humanitaria, competencia de la Iglesia, fueron ignoradas al opinar sobre Haití tan puerilmente como algún estudiante de básica pública. La carencia de influencia cristiana es parte de la raíz del problema sociocultural que mantiene a Haití en una bárbara involución incesante desde que masacraron a todos los europeos en su país para independizarse hace casi 220 años.
Esa ignara masa irredenta, expoliada secularmente por sus propios compatriotas, mantiene intactas sus nociones sociales africanas, unas como el vudú y otras como el lakou, pero más que nada el odio racial.
Las religiones poseen una importante función social y la calidad de sus líderes refleja la de sus feligreses. Oremos por nuestros obispos.