Dijiste que querías alcanzar la grandeza, pero al menor atisbo de merecimiento y reconocimiento dices “no, gracias”.
Te escondes de los reflectores más y más, crees que si te muestras perderás tu esencia, pero sin darte cuenta, te estás perdiendo a ti mismo y a los demás de disfrutar de tu majestuosidad inigualable.
La flama que arde en ti trata de abrirse paso, la apagas con cualquier gota de agua de “no es el momento”, “en otra oportunidad”.
Mentores y guías dan el paso hacia adelante en reconocimiento por ti. Tú no te atreves a dar uno y si lo piensas, pides autorización.
El gran secreto es que siempre has estado listo porque tu alma conoce el camino y ese brillo único sabe a qué viniste.
No coloques la lámpara debajo de la mesa, deja que alumbre y muestre su luz viva y fulgurante sin más.
