SANTO DOMINGO.- Ellas no están exentas de la crisis que ha generado la pandemia del COVID-19, muy por el contrario, están en la primera línea de los afectados en términos económicos ante el cierre de las áreas turísticas, lugares donde regularmente “se la buscan”.
Se trata de las trabajadoras sexuales, que al margen de que unas 30 están contagiadas del coronavirus y otras también tienen SIDA, siguen ofreciendo sus servicios por la falta de recursos para subsistir.
“He estado repartiéndoles comida; y siguen buscándoselas con sus mascarillas y unas treinta tienen el COVID-19”, precisó la diputada Jacqueline Montero, presidenta de la Asociación de Trabajadoras Sexuales, quien afirmó que por igual les siguen donando condones, manitos limpias y kits alimenticios.
Estas últimas ayudas han sido gracias al apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID), dijo Montero, quien especificó que en el país existen unas 200 mil trabajadoras sexuales, independiente de los transexuales y “sanki panki”.
La mayoría de ellas, ofrecen sus servicios por las áreas hoteleras y otras zonas céntricas que conectan con los moteles. Sin embargo, ante el distanciamiento y la cuarentena que busca evitar la propagación del virus, las trabajadoras brindan sus servicios de manera independiente en sus casas, las que viven solas y hasta en vehículos porque aseguran que no se morirán de hambre, según Jacqueline Montero.
Como protectora, de ese segmento de la población, la legisladora dijo que en estos días ha estado visitándolas y tratando de ayudarlas, pero entiende que son muchas y deberían recibir el apoyo oficial.
Práctica
La prostitución es una de las más viejas prácticas y equivale a mantener relaciones sexuales con otras personas a cambio de dinero u otros beneficios económicos. La ejercen mayormente mujeres, aunque en los últimos tiempos también han incursionado hombres.
Dicha dinámica antes se llevaba a cabo en lugares denominados “burdeles” o “prostíbulos”, hoy día son comunes en aceras de calles urbanas y laterales de carreteras industriales, así como en bares y discotecas, hoteles y a domicilio.
El término coloquial más extendido en los países de habla hispana para referirse a una prostituta es puta, palabra que conlleva una fuerte connotación despectiva.