Atrapados en vallas, videos y en su razón

Atrapados en vallas, videos y en su razón

Atrapados en vallas, videos y en su razón

Miguel Otáñez.

Luego de mucho celebrar la posibilidad de la omnicanalidad y la “hiperprecisión” para los mensajes en la comunicación política, pasamos a ver igualmente como los mismos son subutilizados para llevar los errores que ya eran demasiado evidentes en la ejecución de una estrategia claramente elaborada con la ausencia de la investigación y el conocimiento científico.

Indiscutiblemente si algo nos confirmaron las primarias de los diferentes partidos políticos y sus precandidatos, sobre todo los jóvenes, es que tienen conciencia del contexto actual en el que se encuentran y de las herramientas de comunicación y marketing para hacerse con el favor del electorado. Sin embargo, parece que aún les falta despojarse de algunos vicios heredados que les hacen perder la precisión y de otros del presente que limita su capacidad de conexión con las audiencias.

Todos somos creativos

Es cierto, todos tenemos una chispa de creatividad y aquellos que se especializan la convierten en una llama con la capacidad de forjar piezas de comunicación precisas, que quizás no guste a todos pero que si funcionan. Lo que ha pasado es que la creatividad, combinada con la rebeldía de quienes creen que lo saben todo, ha hecho pensar que la omnipresencia y la estética pueden ser una estrategia o en su defecto pueden constituirse en el éxito de la misma.

En ese sentido, sobra decir que si es cierto que una investigación para la elaboración de una estrategia donde establezcan mensajes claves, canales y otros insight requiere de una inversión económica importante, es igual de verdadero que siempre será más costoso perder por realizar una movilización en tierra y el despliegue de una campaña de aire de vallas, redes y otros medios basada en la intuición o lo que en el pasado funcionó.

Quizás por eso la recomendación no solo debe ser la colocación de un valla muerta que informe pero no mueva, o la publicación de un videíto chulo que entretenga pero no genere odio, miedo, indignación entre otras “emociones gasolina”, sino que también se recomienda que se domine al menos la técnica básica de una guerrilla digital y de otros medios, previo a la cual siempre se hace minería de datos para la obtención de información que logre captar la atención, retenerla el mayor tiempo posible e incluso hacer que los medios interactúen entre sí, se contradigan y verdaderamente se cree una corriente de opinión entorno a las ideas y conceptos que estratégicamente se han dejado caer en todo el ecosistema de comunicación.

Un último concepto a considerar

La segmentación psicológica en marketing es una estrategia que busca dividir a las audiencias en diferentes grupos basados en factores psicológicos, como actitudes, personalidades, motivaciones y comportamientos. El objetivo de esta segmentación es comprenderlos mejor y enfocar las estrategias de manera más eficiente.

Esta se basa en la idea de que el comportamiento de los individuos está influenciado por sus percepciones y actitudes, por lo que es importante comprender qué les impulsa a tomar decisiones. Al subdividirlos en grupos psicológicos, los especialistas en marketing pueden adaptar sus mensajes y estrategias para adaptarse a las necesidades y deseos específicos de cada grupo.

Por eso una campaña no se trata solo de nuestras ideas, de nuestros deseos, porque no la hacemos para nosotros, para que nos guste, sino que se hace para que funcione, para mueva a uno o varios grupos que están dispuesto a moverse quizás por lo que nunca nos moveríamos, es decir: “It’s the economy, stupid” – “Es la economía, estúpido”-, como dijo el exitoso político norteamericano Bill Clinton.