Conversaba yo con algunos amigos de Santiago de los Caballeros acerca de cómo llamar a los nacidos en esa ciudad.
La mayoría de nosotros dice “santiagueros”, del mismo modo que los cubanos también llaman “santiagueros” a los de Santiago de Cuba. Pero el gentilicio en cuestión no es igual en otros Santiago.
Por ejemplo, a los de Santiago de Chile se les llama “santiaguinos”, a los de Santiago de Compostela (en España) les llaman “santiagueses”, a los de Santiago del Estero (en Argentina) también les dicen “santiagueros”, y a los de Santiago de Calatrava y Santiago del Campo, también en España, les llaman “santiagueños”.
Hay muchas ciudades en el mundo con el nombre de Santiago, pero la mayoría de sus habitantes, llámense “santiagueros”, “santiaguinos”, “santiagueses” o “santiagueños”, ignoran el origen de la palabra “Santiago”.
Según el lingüista peruano Víctor Hurtado Oviedo, todo comenzó con el nombre hebreo Jacob, que tiene unos 3,000 años de existencia. Uno de los discípulos de Cristo fue san Jacobo o “Sant Yacob”, palabras que, unidas, formaron “Sant-iago”.
Relata el lingüista citado que según una antigua tradición el apóstol Santiago evangelizó la península ibérica y allí murió. Desde entonces, Santiago es el patrono de España y varias ciudades españolas llevan su nombre.
Cuando los españoles llegaron a América desearon rendir homenaje a su santo patrono y también fundaron ciudades llamadas “Santiago”, entre ellas la de los “Treinta Caballeros”, en el corazón del Cibao.
Cuenta la leyenda que para evitar confusiones, los nacidos en aquellas ciudades recibieron nombres (gentilicios) diferentes, como queda dicho más arriba. Pero que conste que todas esas formas son válidas y correctas.
De modo que tanto vale decir santiaguino como santiagueño, santiagués o santiaguero.