Por diferentes causas a la prensa especializada en deportes en la República Dominicana se le ha venido faltando el respeto, en gran medida por el “canchanchanismo” que los propios comunicadores sostienen con diferentes sectores, en especial aquellos que de una u otra manera les dan contratos de trabajo.
Ante esta situación, casi la totalidad de los que se emplean o buscan trabajo evitan como el diablo a la cruz, emitir críticas, pero no comprenden que esa posición los convierte en esclavos.
Esa y no otra es la razón principal por la que muchos estamentos deportivos, incluyendo organismos oficiales y autónomos, emplean a una gran cantidad de periodistas o les ofrecen contratos publicitarios para tenerlos “atados”, para que no emitan críticas a sus políticas, con pena de despedirlos o cancelarles los contratos.
Además, existen otros que sin ni siquiera tener “poder” de decisión, de la noche a la mañana se han convertido en figuras aborrecibles que amenazan indiscriminadamente.
Estos casos no solo se dan en el deporte, también se observan en otros linderos de la vida nacional, en especial en el ámbito político, en el cual las cifras que se ofertan a los comunicadores son multimillonarias, por eso se produce un silencio cómplice.
Los periodistas no pueden seguir atados a ese tipo de estructuras, que en el fondo son formas mafiosas que limitan la libertad de prensa en todos los sentidos.
Pero los primeros que tienen que asimilar esa realidad, son los propios periodistas, que por unos pesos más se han convertido en esclavos de los que pueden pagar mucho o poco, por el silencio y la complicidad. Esta es una situación penosa y bastante delicada, ya que así no se puede ni por asomo, hacer un periodismo serio, veraz y sensato.