LONDRES, Inglaterra.-Julian Assange instó este viernes al Reino Unido y Suecia, desde la embajada de Ecuador en Londres, a acatar el dictamen de un comité legal de la ONU que condenó su «detención» arbitraria.
«Corresponde ahora a los Estados de Suecia y el Reino Unido en su conjunto implementar el veredicto», dijo por video, en una rueda de prensa que ofreció su equipo legal, en el que figura el exjuez español Baltasar Garzón.
«Hemos logrado una victoria significativa», estimó el fundador de Wikileaks, considerando «insultante» la reacción del ministro de Exteriores británico Philip Hammond, quien tildó de «ridículo» el dictamen del Grupo de trabajo sobre detención arbitraria de la ONU. «No es una victoria moral, es una victoria legal», estimó Garzón. Un comité legal de la ONU pidió este viernes acabar con la «detención» arbitraria de Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres, alimentando así las esperanzas del australiano de salir después de más de tres años y medio.
«Julian Assange fue detenido arbitrariamente», afirmó el grupo de trabajo de la ONU, instando a «las autoridades suecas y británicas» a poner fin a su detención y a respetar su derecho a recibir una compensación.
Sin embargo, Londres insistió en que el dictamen «no cambia nada». El fundador de Wikileaks, de 44 años, «nunca estuvo detenido arbitrariamente por el Reino Unido (…). De hecho, está evitando voluntariamente una detención legal al elegir permanecer en la embajada ecuatoriana», dijo un portavoz en un comunicado del Foreign Office.
Londres tilda el dictamen de «ridículo»
El ministro de Exteriores, Philip Hammond, tildó el dictamen de «ridículo» y a Assange de «fugitivo», durante una conferencia de prensa en Londres con su homólogo iraní: «la conclusión del grupo de trabajo es francamente ridícula y la rechazamos».
Suecia, por su parte, dijo que «no está de acuerdo» con el comité y que éste «no tiene derecho (…) a interferir en un caso en curso», en un texto enviado a la AFP.
Assange había ofrecido entregarse este viernes al mediodía si el fallo le era desfavorable, y al contrario, instó a las autoridades a dejarlo salir sin importunarlo si la ONU le daba la razón.
Assange lleva desde junio de 2012 en la embajada ecuatoriana, cuando pidió asilo a Quito para evitar ser extraditado a Suecia.
La fiscalía sueca quiere interrogarlo por una presunta violación cometida en 2010, que él niega. Estocolmo y Quito llegaron en diciembre a un acuerdo para que el interrogatorio tuviera lugar en la embajada, pero un mes más tarde la fiscalía sueca anunció que la ecuatoriana había rechazado su solicitud para hacerlo por vicio de forma.
El canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, dijo en rueda de prensa que «es tiempo de que ambos gobiernos (Reino Unido y Suecia) corrijan su error, que permitan la libertad de Julian Assange, que cesen la arbitrariedad de su detención y que además resarzan el daño provocado a este hombre».
«Es una evidente persecución política, queda absolutamente demostrado», agregó. El australiano siempre temió que Suecia fuera solamente una escala hacia un destino final en Estados Unidos, cuyo gobierno estaría deseando echarle el guante por haber publicado miles y miles de documentos confidenciales sobre las guerras de Irak y Afganistán, así como cables privados de las embajadas estadounidenses con afirmaciones muy poco diplomáticas.
El hombre que le proporcionó muchos de esos documentos, el soldado Chelsea Manning, cumple por ello una condena de 35 años de cárcel.
Expectativa ante la embajada
Decenas de periodistas y unos pocos manifestantes hacían guardia este viernes ante la embajada ecuatoriana por la posibilidad, nada segura, de que Assange salga, o de que se asome al balcón al que pocas veces ha salido, por seguridad.
El grupo Anonymous había convocado una manifestación ante la legación, pero a la hora convenida apenas dos docenas de personas coreaban lemas a favor de Assange.
«El Reino Unido debe dejarle partir. Es importante para la democracia», dijo a la AFP el catalán Fernando Berdón. Otros pensaban diferente, como el hombre que pasó por delante y lanzó que Assange es «un pendejo, un parásito, que salga del agujero y afronte la justicia».
La embajada está en el barrio de Knightsbridge, al lado de Harrods, los lujosos grandes almacenes, en una esquina que da a una callejuela sombría. La habitación en la que vive Assange está dividida en una oficina y una sala de estar.
Tiene una cinta para hacer ejercicio, una ducha, un microondas y una lámpara de luz solar artificial.