Asamblea General de la OEA se reúne con el peso de Venezuela en sus hombros

Asamblea General de la OEA se reúne con el peso de Venezuela en sus hombros

Asamblea General de la OEA se reúne con el peso de Venezuela en sus hombros

Miami.- La Asamblea General de la OEA se reúne del lunes al miércoles en Santo Domingo con el espinoso tema de Venezuela como telón de fondo y las dificultades financieras de la CIDH en su lista prioridades.

La crisis venezolana no figura en la agenda oficial, pero será un tema obligado en las discusiones de corredor de la 46ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos.

Además existe particular expectación sobre la posición que asumirá sobre este asunto Brasil, cuyo nuevo canciller, José Serra, ha dejado claro el viraje de su país en política exterior.

La cita de los cancilleres del continente, a la que asistirá el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, «ciertamente incluirá la situación en Venezuela», dijo Mark Toner, portavoz del Departamento de Estado.

Según Marcelo Rech, analista del Instituto de Relaciones Internacionales InfoRel, con sede en Brasilia, la OEA debe demostrar que puede recuperarse de la impopularidad en la que se sumió en los últimos años.

El secretario general Luis Almagro «busca rescatar el protagonismo de la OEA abordando los temas que debe abordar», dijo Rech a la AFP.

Por eso, «esta Asamblea General es la hora de la verdad». El martes de la semana pasada, Almagro invocó la Carta Democrática Interamericana tras presentar un fuerte informe sobre la crisis política, social, económica, institucional y de derechos humanos en Venezuela.

Al día siguiente, los 34 países miembros de la organización prefirieron respaldar un diálogo entre el gobierno y la oposición venezolana, en lo que se ha interpretado como un revés para el secretario general.

A instancias de la Unasur, el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero intenta promover este diálogo. Pero el juego está trancado porque la oposición busca por todos los medios revocar el mandato del presidente Nicolás Maduro y el Ejecutivo se afana en postergar el trámite.

Venezuela, cuya única alegría en los últimos meses ha sido la victoria 1-0 ante Uruguay en la Copa América, se enfrenta a la escasez de la mayoría de los productos básicos, una inflación de 180,9% en 2015 y una de las tasas de crimen más altas del mundo.

En este incendiario contexto, el informe de Almagro se discutirá oficialmente en una sesión del Consejo Permanente de la OEA el 23 de junio, pero se espera que la Asamblea General de la semana próxima marque el camino a seguir.

Pero Eduardo Gamarra, profesor de ciencias políticas de la Universidad Internacional de Florida (FIU), es pesimista.

«La OEA sigue siendo un ‘pool’ de presidentes; no necesariamente los presidentes van a seguir la agenda de Almagro», estimó el especialista en asuntos latinoamericanos.

¿Y Brasil?

Los ojos estarán puestos también sobre Brasil, que en el último mes estrenó presidente interino -Michel Temer- tras la suspensión de Dilma Rousseff, aliada del gobierno venezolano.

Si bien Brasil se ha desmarcado de Nicolás Maduro y se ha dicho «preocupado», se desconoce su posición respecto a la invocación de la Carta Democrática.

Y las decisiones que toma el gigante latinoamericano tienen enorme repercusión entre sus vecinos. «No hay nada que justifique que Brasil no tenga una postura clara frente a Venezuela», dijo Rech.

Pero el tema oficial de la Asamblea General de la OEA es «el fortalecimiento institucional para el desarrollo sostenible en las Américas», una propuesta que Gamarra consideró -dado el contexto político de la región- «esotérica» y un «mero saludo a la bandera».

También durante la asamblea, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pedirá a los estados miembros de la OEA «redoblar los esfuerzos a fin de superar (su) crisis financiera», según un comunicado enviado el sábado.

La CIDH se ha visto forzada a suspender sus misiones en la región y, probablemente, no podrá renovar los contratos de 40% de su personal en Washington por falta de recursos.

En 2015, la CIDH manejó un presupuesto de 9 millones de dólares, cinco de los cuales provinieron de la OEA (6% de su presupuesto) y los cuatro millones restantes de contribuciones de países y organismos.