En julio de 2004 República Dominicana firmó el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos (DR-Cafta), que libera de aranceles (impuestos a importaciones) el comercio entre países miembros.
En algunos productos se daba un plazo para el desmonte arancelario.
Es el caso del arroz, fijado para 2025, a los fines del país mejorar su eficiencia para ser competitivo, pero en todos estos años no ha ocurrido.
Estados Unidos es el quinto productor mundial de arroz. Con aplicación de tecnologías y subsidios producen más barato que nosotros, lo cual hará que el arroz dominicano sea desplazado del mercado interno, haciendo desaparecer la producción nacional.
Esto amenaza 90 mil empleos directos y 320 mil indirectos vinculados a la producción de arroz, y eliminaría un sector que genera más de 45 mil millones de pesos al año.
Sumarle el impacto negativo en nuestra reserva de divisas.
El DR-Cafta nunca debió firmarse. Un país como el nuestro firmando un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos es como un niño poniéndose los guantes con Mike Tyson.
Pero ya es tarde para ablandar habichuelas. Tenemos que eficientizar la producción de arroz o ver qué vamos a sembrar en esos terrenos. Sea una o la otra, tenemos que hacerlo ya.
El presidente Abinader ha asumido una enérgica y valiente postura en defensa de la producción nacional, planteando la renegociación del DR-Cafta, pero para eso deben estar de acuerdo por unanimidad todos los países miembros, implicando perder un jugoso negocio para Estados Unidos.
En lo que intentamos lo que no depende de nosotros, no perdamos más tiempo en hacer lo que sí está en nuestras manos.