Al salir de la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos, “les daré un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado”, expresión que se puede encontrar en la Biblia en el capítulo 13 versículo 34 del evangelio de Juan.
No obstante, ese legado de amor, que Jesús transmitió a la humanidad, parece que fue mal entendido, porque el hombre ha hecho todo lo contrario.
En vez de amarse, que significa paz, vida, solidaridad, apoyo mutuo, confianza, lo que han hecho los pueblos del mundo es, armarse, lo que significa, guerra, muerte, destrucción, desconfianza, o sea, en vez de “amaos los unos a los otros”, la practica ha sido “armaos los unos a los otros”.
Si bien en la Guerra Fría entre 1948 y 1991, los dos bloques enfrentados se enfrascaron en una carrera armamentista, y el gasto militar era alto, desde el punto de vista absoluto, lo que está sucediendo en estos momentos, sobre todo después del 24 de febrero de 2022, cuando inició la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania, no tiene parangón.
El pasado año 2023, de acuerdo al más reciente informe del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, en inglés, Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), el aumento total en gastos para la defensa a nivel global ha alcanzado el 6,8 % respecto a lo que se gastó en 2022, hasta alcanzar los 2,44 billones de dólares.
El mayor incremento, como era de esperarse, se produjo en Europa, continente con un decepcionante liderazgo que no tiene ideas propias, por tanto, tampoco una política exterior propia, por lo que sólo hace lo que dice EE. UU., dicho sea de paso, es el que vende el 60 % de todas las armas que compran los europeos. EE. UU., que sigue liderando el ranking, incrementó su presupuesto en un 2,3 % hasta alcanzar los 916,000 millones de dólares.
Es bueno que se sepa, que el aumento del gasto militar por parte de esos países, se financia con deudas (la mayoría con una deuda que supera el 100 % de su PIB) y sobre todo, quitando partidas que antes iban a seguridad social, salud, educación y protección del medio ambiente.
También es bueno saber que los mismos accionistas mayoritarios de las empresas fabricantes de armas, son también los accionistas mayoritarios en los medios de comunicación que han diseñado y alimentan día a día la falsa, desacreditada e infundada narrativa acerca del peligro que representan Rusia y China para el “mundo libre”.
La única verdad, que es tan evidente como un axioma, es que de lo que se trata es del “negocio de las armas”, que sólo tiene mercado cuando hay “inseguridad” y por tanto “guerras”.
Como decía Calderón de la Barca, “la vida es sueño”, por eso me permito soñar, con que en el mundo surja un nuevo liderazgo que se proponga un pacto global para que, en adelante, el negocio, el beneficio, se obtenga con la paz.