Los aranceles se refieren comúnmente a los impuestos que se les aplican a las importaciones, aunque en algunos casos estos también se aplican a exportaciones.
Son un arma poderosa que puede tanto incentivar abaratando productos y servicios, como también desestimular encareciendo los mismos.
Usualmente la aplicación de aranceles se utiliza como herramienta económica y comercial, aunque en la historia reciente de la administración norteamericana del presidente Donald Trump han resultado ser su herramienta favorita en los temas de política exterior.
Tal ha sido el caso en las renegociaciones de sus principales acuerdos comerciales o como sanción, tipificado en el caso bajo desarrollo de la actual guerra comercial que libra con la República Popular China.
Pero más reciente Trump ha utilizado las amenazas de aranceles adicionales con México, como mecanismo persuasivo para que esta nación haga un mayor esfuerzo en contener la avalancha migratoria centroamericana y del propio México. Y todo a pesar de que la nación azteca es su tercer socio comercial.
El resultado de utilizar los aranceles le ha sido positivo en cada uno de los casos, salvo China que aun esta en veremos. México tomó acciones proactivas en el tema migratorio que evitaron una nueva confrontación, y en los demás casos también han cumplido sus metas.
Pero para República Dominicana, los aranceles solo tienen efecto en su economía interna, puesto que en exportaciones, salvo la minería, casi no existen.
En el caso de importaciones, la mayoría de los aranceles que aplicamos están fijados en los acuerdos que tenemos con los principales socios comerciales.
Y si quisiéramos utilizarlos para neutralizar las oleadas de inmigrantes ilegales, tendrían poco o ningún efecto, puesto que en el caso de Haití, es casi nulo lo que importamos, por lo tanto no tendríamos consecuencias mayores. Por lo tanto, nuestra solución radica en la aplicación de otros tipos de medidas, requiriéndose un mayor esfuerzo y consistencia.