Aquiescente Luis

Sin asenso (sin “c”) no hay consenso. La aquiescencia puede ser una virtud o una tara, según cada circunstancia. La permisividad del Gobierno ante algunos funcionarios harto ineficaces es sin dudas un lisio, entendible, pero injustificable.
Pero es una fortaleza el interés del presidente Abinader por lograr un consenso político-partidista con respecto a la crisis haitiana.
Al aceptar la quisquilla de Leonel Fernández de no realizar el encuentro con expresidentes en el Palacio Nacional, Abinader asiente ante una necedad, con miras al propósito superior del diálogo patriótico. La cumbre será en el Ministerio de Defensa, entre don Hipólito, Danilo, Leonel y Luis, el miércoles próximo, para tratar la seguridad nacional por las amenazas del ingobernable territorio vecino.
Las diferencias de carácter entre Luis y Leonel quedan patentes: quien convocó fue el jefe del Estado, cuya sede institucional es el Palacio Nacional.
Si el convocante hubiese sido Luis en calidad de líder del PRM o simple ciudadano, podrían haberse reunido en cualquier sitio. Rechazar ir al Palacio es pues más gadejo que desconocimiento, pues ahí se reunió Leonel con Balaguer, Bosch, Majluta y Peña Gómez para tratar asuntos puramente partidistas.
Que de esos cinco sólo sobreviva Leonel indica su veteranía. Es una enorme virtud de Luis imponer su decencia para dialogar con reticentes opositores sobre los múltiples peligros que la implosión de Haití representa para todos los dominicanos. ¡Que Dios los ilumine a los cuatro!
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