En víspera de este 21 de diciembre cuando se cumplirán 61 años de la muerte de Manolo, vengo a decirle lo que le digo desde hace décadas, en cada aniversario de esa muerte: “Aquí estamos, compañero Manuel Aurelio Tavárez Justo”. Manolo, en el cariño de su pueblo y en la ardiente adhesión de sus seguidores.
Cuánta falta nos hace cada vez más inolvidable líder. Tu figura gallarda, tu cálida compañía, tu voz de lucha, orientación y de esperanza, que alineaba las multitudes y hacía desviar los vientos.
Desafortunadamente, los ideales por los que batallaste y finalmente diste en ofrenda hasta tu propia sangre, siguen sin realizarse y tu patria sigue tan oprimida y tan injusta como siempre.
La tarea histórica de llevar la obra que iniciaste a feliz término, sigue pendiente y continuar la brega por cumplirla sigue siendo el colosal desafío. Y, sobre todo, sigue siendo el deber irrenunciable.
Qué mundo tan difícil el del presente y cuántas adversidades hay que vencer para seguir tu legado y no rendirse.
Sin embargo, la semilla que sembraste está plantada y abonada con el ejemplo de tantos hombres y mujeres como Minerva y como tú y muchos más.
Y nunca faltarán mentes, manos laboriosas, ni la suficiente dosis de responsabilidad y de vergüenza para mantener esa siembra viva como una positiva esperanza de redención.
Con estas líneas, del mismo contenido de siempre, vengo a regar esa siembra, con la seguridad de que esta nueva protesta de cariño y lealtad a tu nombre y tu legado, también sirve de abono y contribuye a adelantar el día en que esa semilla germine y dé sus frutos para bien de tu pueblo.
El joven vigoroso que se fue contigo en pie de guerra a las montañas, sigue aquí, como hace sesenta y un años. Físicamente cambiado por el tiempo y el camino, pero ideológica y moralmente, tan joven como siempre.
Y como ya es un hábito escribírtelo cada año, para mantener la tradición y reafirmar el compromiso, hoy te repito: “Aquí estamos, Manolo”.