Los Gigantes del Cibao, amparados en los estatutos que rigen la Liga de Béisbol Profesional, reclamaron, como tiene que ser, una violación de los Tigres del Licey, equipo que utilizó el pasado martes a un jugador que no estaba inscrito en el roster de ese día.
Eso es una violación que, de acuerdo a las leyes de la Liga, es penalizada con la confiscación del partido a favor del conjunto afectado por esa decisión.
Todo hasta ahí está más claro que el agua, pero habrá que esperar probablemente hasta hoy, para que el presidente de la Liga, Leonardo Matos Berrido, hombre que se las sabe todas y una más, dicte sentencia.
Que nadie se sorprenda que en una medida “salomónica”, en busca de “evitar confrontaciones”, Licey quede como ganador , bajo el alegato de que estaba ganando con un abultado ‘score’ al momento en que se produjo la violación señalada.
Este es un país especial, como popularizó el poeta René del Risco Bermúdez, por lo que, cualquier cosa pasa sin ningún tipo de consecuencias.
En otros estamentos se producen violaciones, hasta por el propio Estado, de leyes aprobadas por el Congreso Nacional, y todo sigue como si nada.