Aquellos polvos...

Aquellos polvos…

Aquellos polvos…

El origen de los lodos que hoy vemos tienen su origen en los polvos producidos con la reforma constitucional de 2010, muy avanzada en muchos aspectos, pero que en dos puntos vino a devenir en una especia de retroceso.

Tanto la debilidad de la independencia del Poder Judicial como la tendencia a quererse entronizar en el Poder lo creíamos problemas en camino de solución.

En lo relativo a la Justicia dimos un enorme paso de avance cuando en la reforma de 1994 se introdujo en la Constitución la inamovilidad de los jueces de la Suprema Corte de Justicia. Mientras esos jueces entendieron que para mantener sus posiciones solo tenían que actuar como jueces, se pudo producir lo que hoy conocemos como la “Primera ola de reformas del Poder Judicial”.

En 2002 una nueva reforma a la Constitución creaba un sistema que permitía una alternabilidad en el poder y erradicar, al menos eso se pensaba, que gravitaran estos líderes que se creen indispensable (pero que hace 25 años ni siquiera se pensaban como posibles figuras cimeras).

Se instauró que un ciudadano podía ser presidente una vez y optar por un segundo mandato, pero que luego no podía aspirar nunca más a esa posición.

Bajo ese precepto constitucional en 2004 Hipólito Mejía, tras perder su intento reeleccionista, pasaba a ser un mero referente pensionado para la carrera presidencial.

En 2008 Leonel Fernández logró su reelección bajo el amparo de ese modelo constitucional y en 2012 ostentaría el mismo estatus que Hipólito Mejía.

De haberse mantenido ese modelo, para 2020 tendríamos a tres dominicanos, de los once millones que hay, inhabilitados para optar por la Presidencia de la República.

En materia judicial, la Constitución de 2010 trajo una especie de contrarreforma en el Poder Judicial, al eliminar la inamobilidad de los jueces de la Suprema Corte de Justicia, con lo que se derrumbaba la piedra angular de la independencia del Poder Judicial.

Se introdujo un método de que cada siete años esos jueces podían ser removidos.

Volvían los jueces de la Suprema a depender de las jugadas de los políticos.

En la misma Constitución de 2010 se eliminó lo del “nunca jamás” para los expresidentes, para que estos pudieran reelegirse indefinidamente, solo que dejando un período de por medio.

Es decir, Hipólito Mejía y Leonel Fernández eran rehabilitados y a partir de ellos todo el que llegara a la Presidencia de la República podía seguir aspirando mientras respirara.

Lo que no advirtieron los promotores de ese modelo era que estaban convirtiendo a los expresidentes en “objetivos políticos a destruir”, pues eran una amenaza permanente para quien quisiera, en el futuro, ocupar la Presidencia de la República.

En 2015 se hizo una nueva reforma para volver al modelo de 2002, pero ya habiendo sido tan relajada la Constitución son pocos los que creen que no se intente volver a tocar para seguir acotejándola a intereses particulares.

La reforma constitucional de 2010 fue un retroceso en materia de la independencia del Poder Judicial y en el destierro de un mesianismo que tanto seduce a los que ocupan el Poder.
He ahí parte del origen de la actual crisis.



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