El lunes en la tarde, mientras saboreaba un helado con el presentador de un programa de charla de la televisión, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, insinuó que un nuevo cese el fuego en la guerra en Gaza estaría al alcance, tal vez tan pronto como este lunes venidero.
“Mi asesor de seguridad nacional me dice que estamos cerca”, manifestó.
Sus palabras, que desde entonces la Casa Blanca ha retractado, cayeron como un plomo a muchos en la comunidad palestina de EE.UU.
Luego, el martes en la noche en Michigan, uno de los estados clave de la elección presidencial de este noviembre, más de 100.000 personas votaron como “independientes” en las primarias del Partido Demócrata como parte de una protesta organizada por grupos pro palestinos.
“Esta es una señal de advertencia”, dijo Lexis Zeidan, uno de los organizadores, el martes en la noche.
Desde el comienzo del conflicto después de los ataques del 7 de octubre, el presidente ha estado atrapado en una mordaza, forzado a tomar decisiones sobre la política en Medio Oriente que enardecen a partes clave de su coalición.
Pero el gobierno de Biden está tomando pasos cautelosos cuando se trata de cambios de política importantes. Y a pesar de las presiones internas manifestadas este martes, su administración ha mantenido mayoritariamente su rumbo actual.
Durante una sesión informativa, el secretario de prensa del Departamento de Estado, Matt Miller, declaró que EE.UU. continúa enviando asistencia a Israel para apoyar el “derecho legítimo” de ese país para protegerse y evitar que ocurra otro ataque como el del 7 de octubre.
“Hay una creencia errada que Estados Unidos puede ordenar a otros países las decisiones soberanas”, dijo. “Israel toma sus decisiones soberanas. Nosotros dejamos en claro cuando no estamos de acuerdo”.
Sin atribución, funcionarios del gobierno han mencionado que EE.UU. está considerando postergar más envíos de armas a Israel así como otras medidas.
La mayoría de las encuestas de opinión sugieren que el público estadounidense en general tiende a apoyar a Israel en el conflicto, aunque sectores clave de la coalición demócrata de Biden -jóvenes votantes y personas de color- no.
Los cálculos políticos internos son complicados. El gobierno tiene que encontrar un equilibrio entre grupos electorales enfrentados dentro del Partido Demócrata que pueden igualmente aseverar que son esenciales para las pretensiones reelectorales de Biden.
Los grupos pro palestinos en EE.UU. han llamado a una cese el fuego permanente, apoyo a las gestiones diplomáticas de Naciones Unidas y la amenaza de terminar la asistencia militar de EE.UU. a Israel si no cambia de rumbo.
“La gente está molesta, y hay que darles una razón para que no estén molestas”, señala Jim Zogby, presidente del Instituto Árabe Estadounidense.
Él describe los esfuerzos del gobierno de Biden como “declaraciones torpes y de paños tibios de cómo lamentamos no haber expresado mayor solidaridad y estamos trabajando detrás de bambalinas”.
El voto protesta en Michigan resultó ser menor que el margen por el cual Biden derrotó a su rival republicano Donald Trump en ese estado en 2020, pero es mucho más que los 10.704 votos por las que la demócrata Hillary Clinton perdió contra él en 2016 en ese estado.
“No hay duda de que hubo algunas personas en Michigan que querían enviarle un mensaje al presidente”, indicó el jueves Mitch Landrieu, presidente nacional de la campaña.
“Cada tema es complicado y este es uno de ellos que necesita trabajarse”, explicó.
En realidad, mientras de los grupos pro palestinos son una minoría vociferante, siguen siendo una minoría, afirma Derry Sragow, uno consultor político de California.
“Hay un segmento del electorado que está muy concentrado en Gaza, pero es muy pequeño”, asegura.
“Eso no quiere decir que la manera en que el presidente maneje Gaza no sea importante, pero no es más que otra pincelada en el lienzo que los votantes estarán considerando cuando depositen su voto”.
Las encuestas muestran que el público estadounidense está más preocupado por la economía, la inmigración y los derechos al aborto.
Y aún en Michigan, señala Sragow, hay igual número de votantes judíos que apasionadamente apoyan a Israel como votantes pro palestinos. Y los votantes judíos continúan apoyando abrumadoramente a los demócratas, con más de 70% habiendo respaldado a Biden en 2020 y con las encuestas señalando que una mayoría que está de acuerdo con el manejo de la guerra en Gaza.
A ocho meses de las elecciones, los funcionarios de la campaña del presidente esperan que la perspectiva de una opción binaria entre Biden y Donald Trump alentará a las voces disidentes dentro de la coalición política demócrata de seguir la línea a fin de cuentas.
El personal de la campaña ya está recordando una serie de políticas controvertidas que Trump implementó durante su presidencia, como el traslado de la embajada de EE.UU. en Israel a Jerusalén y su apoyo a los asentamientos judíos en Cisjordania.
Pero con los nuevos titulares de derramamiento de sangre de civiles en Gaza virtualmente todos los días, las emociones están al rojo vivo. Esta semana la cifra de muertos en Gaza sobrepasó los 30.000, según el Ministerio de Salud administrado por Hamás. Y el jueves, por los menos 117 palestinos murieron y cientos resultaron heridos durante una distribución de ayuda humanitaria en Gaza.
“Se supone que estamos en una posición donde nos hacen daño, nos ignoran, no le prestan atención a nuestros sentimientos, pero ¿tenemos que votar demócrata?”, se pregunta Zogby. “¿Por qué no aplican la misma lógica del lado de la comunidad judía?”.
Entretanto, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha estado esforzándose en derrumbar cualquier esperanza de la Casa Blanca que un cambio de retórica pondrá más presión sobre Israel para concluir la guerra.
“Desde el comienzo de la guerra, he estado liderando una campaña diplomática cuya meta es bloquear toda presión para terminar la guerra prematuramente”, dijo esta semana.
Netanyahu también parece estar finalmente sintonizado con la situación de política interna de EE.UU., y sostiene que el público estadounidense apoya su causa abrumadoramente.
Todo esto apunta a que Biden tiene pocos medios fáciles para salirse de este actual aprieto político.
“Tiene una mano de cartas muy, muy limitada y difícil con que jugar”, dice Sragow.
“Si yo fuera miembro del grupo de altos asesores de Biden, no sabría qué decirle más que haz lo que tu corazón sienta que es lo correcto”, agrega.
Los grupos pro palestinos en EE.UU. probablemente repetirían ese sentimiento, excepto que creen firmemente que el corazón del presidente está en el lugar equivocado y que está a punto de pagar un alto precio político por eso en noviembre.
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