Andamos como locos, haciendo y deshaciendo, envueltos en muchas cosas que creemos necesarias para mejorar nuestro estilo de vida.
El problema es que casi siempre lo hacemos muy mal porque estamos tan ocupados que casi no nos queda tiempo para disfrutar lo que realmente nos importa, nuestra prioridad, la cual para muchos es Dios, o la familia, el trabajo u otra cosa.
La prioridad es lo que consideras más importante que todo lo otro. Lo que está arriba en la lista, lo que más cuidas, proteges, a lo que dedicas más tiempo y no te gustaría perder. Es decir, que aquello en lo que inviertes tu mayor cantidad de tiempo y tus esfuerzos es realmente tu prioridad, no lo que dices que es.
Por eso es importante definir tus prioridades para que sepas si en lo que estás invirtiendo tu tiempo, energías y fuerzas es realmente lo que más te importa; o, por el contrario, estas descuidando tus prioridades.
Jesús, en Mateo capítulo seis, aclaró rápidamente cuál debería ser la prioridad del ser humano: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, versículo 33.
Con esto, el Maestro, aconseja a los discípulos (y hoy a nosotros) no estar afanados ni preocupados por nuestras vidas ni por las cosas que vamos a comer, beber o vestir, ya que por más que hagamos no podremos resolverlo todo.
Muchas veces por estar buscando mejoría perdemos la oportunidad de estar con nuestros seres queridos, de compartir momentos especiales con ellos y, sin darnos cuenta, en un abrir o cerrar de ojos lo perdemos porque se mudan o se mueren o no nos queda salud para disfrutarlos.
Así que, llevándonos del consejo de Jesús, vale más la pena dejar de involucrarnos en muchas cosas, pues nos conviene invertir más tiempo en lo que realmente nos importa.
La prioridad de nuestras vidas debe ser hacer la voluntad de Dios, seguir sus mandamientos y sus estatutos, y el mismo Dios se encargará de bendecir nuestra casa, cuidar nuestra familia y multiplicar el resultado de nuestro trabajo.
Como dice Deuteronomio 4:40: “Guardarás sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre”.