La semana pasada recibí la visita de los ejecutivos de una importante iniciativa empresarial en apoyo a la educación llamada Educa. Los planes, proyectos y actividades que desarrollan son ejemplo de lo que se puede hacer para ayudar a lo que considero es la pieza clave de nuestro desarrollo nacional: la educación.
El rol que juegan los actores de una sociedad para garantizar una mejor educación para nuestros ciudadanos es fundamental. Es un tema nacional donde podemos y debemos involucrarnos todos y todas.
Sector empresarial, las instituciones sin fines de lucro, las Iglesias, y los movimientos sociales son importantes a la hora de fortalecer nuestro sistema educativo.
Por ejemplo, las iglesias desde siempre han desempeñado una labor extraordinaria en los diferentes niveles educativos.
Las salas de tareas, politécnicos, liceos, colegios y universidades administradas por religiosos, religiosas, sacerdotes, diáconos y fieles laicos son innumerables.
Es aceptado por toda la sociedad que las instituciones educativas gestionadas por las iglesias de diferentes denominaciones son en su mayoría de calidad y orientadas a servir mejor a las presentes y futuras generaciones. Muchos de nosotros somos el producto de esta extraordinaria labor misionera.
Por otro lado, la sociedad civil jugó un papel estelar en la lucha social por el cumplimiento de la ley en lo referente a la inversión del 4% del PIB para la educación.
Su compromiso por una mejor educación marcó «un ante y un después» en la historia dominicana. Luego de eso podríamos preguntarnos ¿Y ahora qué?
Pues la próxima tarea que tenemos pendientes como sociedad es garantizar la calidad de esta educación y sus correspondiente sistema nacional que ahora cuenta con fondos para su desarrollo pleno.
En esta importante tarea una alianza público-privada es pertinente sin dejar nunca de mantener el enfoque de equidad, inclusión y oportunidad para todos y todas. La educación dominicana necesita de nosotros.
Renovemos hoy nuestro compromiso educativo.