Altagracia Suriel
Muy pertinente la invitación del presidente Luis Abinader de llamar a los partidos políticos a un diálogo para conocer la reforma a la Constitución para asegurar la independencia del Ministerio Público y el abordaje a las 12 reformas estructurales que requiere la nación para impulsar un mejor estado de derecho y crecimiento inclusivo post pandemia.
La actual situación social, económica y política del país amerita acciones inspiradas en principios y en el interés colectivo. Hay que superar el narcisismo partidario enfocado en sí mismo y mirar al pueblo y sus necesidades. El fortalecimiento de las instituciones y la efectiva separación de los poderes como sustento de la democracia debe ser un compromiso de todos, no de un solo partido.
En estos tiempos de crisis, es mejor apostar a la unión, al consenso y la búsqueda de lo mejor para la sociedad. Los enfrentamientos políticos entre partidos contribuyen a la polarización y fragmentación. La relación entre oposición y gobierno en estos tiempos demanda actitudes propositivas y que contribuyan a consolidar la institucionalidad en República Dominicana.
Se está imponiendo la radicalización de los discursos, las descalificaciones y las ofensas como estrategia política. Tenemos que estar alertas ante la irracionalidad porque trae más mal que bien y si nos subyugamos ante ella podemos recoger la cosecha de una nación dividida.
En política no todo suma cero. Muchas veces, hasta derrotando al adversario también se pierde. En el camino del entendimiento existe la posibilidad de perder menos y que haya ganancia para todos.
Se impone una ética del diálogo como diría Habermas. Ese diálogo moral en el que las partes se reconocen como interlocutores válidos, con igual derecho a la palabra, que opinan sin ser coaccionados o manipulados, que incluya a todos los involucrados y del que emanan compromisos colectivos.
La nación necesita siempre ese diálogo que trae paz y sosiego a los ciudadanos y que nos permite salir fortalecidos en la confianza en nuestros líderes y en sus instituciones. Apostar por el diálogo y el consenso siempre será el triunfo de la democracia.
