¡Apostando a la injusticia!

¡Apostando a la injusticia!

¡Apostando a la injusticia!

El más grave de los delitos es la pobreza, esa parece ser la màxima que guìa el curso del sistema judicial de la Repùblica Dominicana; aunque la aplicación de la ley no debería tener miramientos de personas, ni consideraciòn por el nivel social, todos deberìamos ser medidos por igual frente al crimen.

Pero parece que en todos los casos delictivos el factor desencadenante de la justicia, el que destraba el seguro que deja caer “todo el peso de la ley” sobre el convicto, se oxida o deja de funcionar dependiendo de la cantidad de dinero que se tenga.

En el pueblo dominicano el sentimiento de dudas sobre la credibilidad de los representantes de la justicia es creciente. Su accionar solo ha servido para dejar claro que la ley es solo un pedazo de papel, la cual se aplica a conveniencia, cargando su filo solo contra gargantas de desafortunados. A diario, en los titulares de los periódicos locales aparecen noticias de personas de condición social pobre que son condenados a duras penas, en muchas ocasiones por delitos menores, mientras que otras personas, cuyas graves acciones delictivas atentan contra el bienestar colectivo, resultan protegidos por un manto de impunidad.

A los pocos poderosos que aparentemente se les ha aplicado la ley, tienen la “suerte” de ser indultados, se le asigna prisión domiciliaria, o tienen villas de lujo en las càrceles donde cubren penas. Lo peor es que, cuando se trata de “personalidades” que delinquen, ni siquiera se abre una investigación y si se abre no progresa hacia la sanciòn, dejándole un claro mensaje a la población: ¡Si vas a robar, hazlo en grande!

Es tan grave la desconfianza en la aplicación de las leyes en nuestros país , que muchos (as) dominicanos (as) han desarrollado una especie de sentido de la predicción, por lo que hacen apuestas en torno a casos que se ventilan actualmente en la justicia, como el del senador Felix Bautista y otros expedientes de poderosos, de que como siempre “la justicia” estará a favor de los imputados.

¿De qué nos sirve tener tantas leyes si se aplican en forma medalaganaria? El historiador y político romano Tácito , afirmaba que «Mientras más corrupto es el Estado, más leyes tiene». La realidad dominicana parece confirmar este juicio.

Yo creo que el sistema judicial dominicano tiene que revisarse para abrir las puertas y dejar entrar nuevamente la justicia y la honestidad a las salas de los tribunales y, lo màs importante, para que el pueblo recupere la confianza en su diafanidad. En los dìas por venir tiene una gran oportunidad de empezar a subir su estatura o seguir reducièndose hasta la condiciòn de caricatura.

Roguemos y trabajemos para que algún dia los “reyes magos” nos regalen la sorpresa de que los tesoros morales no estèn bajo el cuidado de Alibabá.



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