Siempre se ha sostenido que “quien n o grita, no mama”, y si esos alaridos se unen a “gemidos” que traspasan las áreas de confort , del o quienes lo emiten, no hay duda que casi siempre se encuentra a alguien que por una u otra razón siente que hay necesidad de ir en su auxilio.
Eso viene ocurriendo desde hace mucho tiempo con los magnates propietarios de equipos del béisbol profesional dominicano.
No es desde ahora que vienen clamando por la construcción de un moderno estadio en la ciudad de Santo Domingo, dado que tienen toda la razón de que el Quisqueya Juan Marichal, ya no soporta más remiendos, por ser una instalación con más de medio siglo de servicio.
Pero tampoco es una verdad al 100 %, que por ser “viejo” debe ser abandonada o destruido, , dado que todavía en Grandes Ligas, por lo menos dos equipos, Medias Rojas de Boston y Cachorros de Chicago, juegan en estadios que se inauguraron el 20 de abril de l912, y el 23 de abril de 1914, respectivamente.
La construcción de un nuevo y moderno estadio de béisbol en Santo Domingo, donde tienen sus sedes Escogido y Licey, es un proyecto interesante, pero su costo no debe recaer única y exclusivamente sobre los recursos del Estado.
Si bien es cierto que los políticos de antes y de ahora, le sacan provecho al béisbol de diversas formas, no es menos cierto que la gran tajada en términos económicos, se la llevan los empresarios dueños de las franquicias.
Por lo tanto, si quieren estadios nuevos, los magnates del béisbol que siempre han logrado todas las facilidades para el montaje de ese espectáculo, deben acercarse a las autoridades y asegurarles que aportarán por lo menos, la mitad de los recursos para la construcción de esas obras, que ahora consideran una necesidad.