República Dominicana se ha caracterizado, todo por ventajas de los que ostentan el poder, en no dar ningún tipo de mantenimiento a sus grandes obras.
Se construyen instalaciones multimillonarias y a los pocos años quedan totalmente abandonadas, por lo que el Estado debe invertir para su reparación más que el costo original.
Esa ha sido la triste práctica de un Estado que no planifica absolutamente nada. Los ejemplos sobran: centenares de autobuses de la OMSA han sido abandonados por la falta de piezas, debido a que no planificaron que hay que tener un “stock” para que esos vehículos se mantengan en servicio.
Carreteras y autopistas se deterioran al poco tiempo porque las brigadas de Obras Públicas se olvidan de que una de sus funciones es dar mantenimiento.
Los hospitales y escuelas corren la misma suerte, al punto de que se han tenido que construir decenas por las precariedades físicas de sus instalaciones.
En deportes la cosa es peor, dado que en los últimos 20 años se han construido decenas de complejos y hoy la gran mayoría se encuentra en total estado de abandono, aunque hay que reconocer que la administración actual se ha empeñado en el rescate de algunos.
Lo que no se explica es que el deterioro en muchas instalaciones es tal, que no vale la pena reconstruirlas, como es el caso del Palacio de los Deportes en Santo Domingo.
Esa es una instalación que ya cumplió su cometido, por lo que sería una decisión más inteligente, construir otro que remodelarlo.
Esa obra costó 4.7 millones de pesos en 1974, pero se le han invertido en reparaciones más de 100 millones y seguirá siendo un barril sin fondo, aunque se inviertan varios millones más en su reconstrucción, operación que ha significado un excelente negocio.
Hasta que el Estado no aplique una regia política de mantenimiento en todas sus edificaciones, se continuará con ese relajo que beneficia a unos pocos. ¡Hasta cuándo, por Dios!
En casos como estos es donde se necesita la mano dura del presidente Danilo Medina, para que cumpla al pie de la letra su promesa de campaña de “hacer lo que nunca de ha hecho”.
Ya está bueno de que los dominicanos carguemos una cruz tan pesada en lo económico, con casos como los antes expuestos.