Escucho muchos pacientes quejarse continuamente acerca del uso del hilo dental. Refieren que es incómodo el uso de este, otros dicen que no les cabe el hilo entre los dientes o que no saben como utilizarlo.
La mayoría de esos pacientes a los cuales se les dificulta el uso del hilo prefieren utilizar un aplicador porque alegan que de ese modo es mucho más fácil, lo cual para mi no resulta ser una buena idea.
No estoy en contra del uso de dichos aplicadores, lo que no apruebo es el uso de un solo aplicador para todos los dientes. La cantidad de hilo que trae el aplicador es demasiada pequeña para toda la boca, los restos de comida y bacterias extraídos del espacio interproximal entre dos dientes se estarán compartiendo entre los demás. Sin embargo, utilizar varios aplicadores por cada vez que la persona se pase el hilo dental en el día resultaría un poco costoso.
Es más factible utilizar el hilo dental común, aquel que cortamos un tamaño prudente y luego del uso lo desechamos, con este hilo podemos empezar por un extremo e irlo rodando entre cada diente, lo que quiere decir que el mismo pedacito de hilo no es compartido, siempre se utilizará una porción distinta. El tamaño correcto que se debe cortar para que este alcance es entre 18 y 36 pulgadas aproximadamente.
Cambiando pequeños detalles logramos grandes resultados.
Dios te bendiga abundantemente.
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