Uno de los peores lisios de la democracia dominicana es que el partidismo busca, como el agua, meterse por cada resquicio para debilitar cualquier estructura.
El más reciente ejemplo es la elección el domingo de una nueva directiva del Colegio de Abogados, que sin haberse contado los votos ni declarado un ganador es presentada por Leonel Fernández como “la primera gran victoria de la alianza“ opositora que él encabeza.
No hubo contenido jurídico ni académico ni debate sobre ética en estas elecciones gremiales, sino una competición política entre partidos.
Así pasa con el sindicato de maestros —principales enemigos de mejorar la instrucción pública básica y media— y muchas otras asociaciones, como la de médicos. Los sindicatos de choferes no buscan mejores condiciones laborales sino ventajas para los dueños del negocio del transporte de pasajeros y carga (y de paso impunidad policial y judicial).
Cuando se habla de corrupción mucha gente cree que se refiere sólo a asuntos de dineros públicos y olvida la necesidad de que cada institución opere dentro de su propia legalidad y propósito. Colegios profesionales reducidos a ser apéndices de partidos son una desgracia nacional.