Antropología forense, ciencia y justicia (3 de 5)

Antropología forense, ciencia y justicia (3 de 5)

Antropología forense, ciencia  y justicia  (3 de 5)

Wilfredo Mora

3.- Laboratorio antropológico forense. Un día estudiaremos la titánica obra de Xavier Bichat (1771-1802), uno de los más grandes símbolos de la antropología forense, aunque fue un egregio biólogo, anatomista y fisiólogo francés.

Su concepto de enfermedad impulsó los laboratorios de investigación y las funciones orgánicas de éste empezaron a estudiarse desde la física, la química y la biología. Para la Medicina surgió la fisiopatotología o patología general; para la Antropología física se desarrolló la paleopatología, la osteología y la bioarqueología.

La enfermedad dejó de ser un estado anatómico y se convirtió en un proceso, en un resultado de la acción externa. El desarrollo de la microbiología, de la toxicología configuró la etiología; es decir, el origen de la enfermedad y de la muerte.

Aun cuando el laboratorio antropológico, con las aportaciones de la biología molecular, genética y la osteoantropología, se crean en las Facultades de Medicina de otros países, la función de un laboratorio semejante es dictaminar acerca de los restos óseos que les soliciten alguna pericia; a veces se publican sus datos sobre distribución geográfica de índice cefálico, talla humana en el país; en el ámbito forense, igualmente se complementa en la investigación de casos de tortura, desaparición forzosa de personas y de ejecuciones extrajudiciales de individuos a manos de policías y militares, encontrados un tiempo después.

El INACIF de la República Dominicana no ha realizado “nunca” publicaciones científicas, ni en medicina forense, y menos se puede esperar que entienda lo que se necesita para implementar un laboratorio antropológico forense. Porque no cuenta con antropólogos, a casi 20 años de fundado el organismo.

Las ciencias en las que se apoya este laboratorio especial son la paleopatología y la osteoantropología. Definida por primera vez por Schufeldt (1892), describe “todas las enfermedades o condiciones patológicas encontradas en los restos humanos extinguidos o fosilizados” en una época o período de tiempo. Y por supuesto, las huellas óseas de la violencia sobre el esqueleto (etiología).

Es una ciencia multidisciplinar, por su doctrina, metodología y tecnología específicas, en ella pueden concurrir la medicina, antropología física, paleontología, bioarqueología, historia, física, química, geología y la matemática. Todo lo mismo vale para la osteología forense.

El trabajo de laboratorio está totalmente limitado por la evidencia que es recopilada en el sitio.

Cada hueso, diente, bala, trozo de tela, mechón de cabellos, cuenta una historia. Por más competente que sea el antropólogo, la evidencia no revelará nada si se deja en la fosa. En la investigación de la muerte, cuando queda completo el esqueleto, en la exhumación debe cuidadosamente asegurarse de recuperar los 206 huesos y los 32 dientes. La biografía ósea, se refiere al breve, y a veces útil, historial vital de una persona preservada en la evidencia esquelética.

Hasta hoy, lo que se ha hecho es detectar objetos dentro del cuerpo, como balas o traumatismos ocultos, pautas de lesiones. Las radiografías se usan en los tribunales de manera permanente, a falta de un laboratorio especializado. La radiología sirve para identificar personas, torturas (medicina nuclear, imagenología, imagen por resonancia (IRM), tomografía axial por computadora (TAC); el laboratorio antropológico es un campo de estudio más amplio.