mi lector Boulsicat me escribe: “No entiendo por qué usted resalta tanto que Abinader disfruta de enorme buena voluntad.
Lleva tres meses actuando igual que Balaguer, Hipólito, Leonel y Danilo, como si desde ya aspirara a cuatro años más.
Me gustaría verlo a la altura de la crisis, como estadista, no como otro político en el poder. Veo feo el futuro.
Este presidente no está por agarrar al toro por los cuernos. Basta ver el presupuesto y como ha endeudado al país en 90 días. Si las cosas siguen como van, espere graves problemas económicos, con falta de empleo, que irremediablemente provoca más delincuencia y tensiones sociales.
Luego viene la convulsión política con el riesgo de un candidato mesiánico, por rechazo a los partidos que fracasaron. Verbigracia, Venezuela. Fácilmente podríamos fuñirnos, si no cambiamos”.
Ese temor es el que obliga a la buena voluntad: no podemos permitir que Abinader fracase. Pese a algunos compañeros que sólo buscan ganancias políticas inmediatas, Luis merece una leal oposición constructiva, aunque prefiera otras fieras mañosas.