Hugo López Morrobel
Cuando se rompen las leyes establecidas, casi siempre los violadores pagan las consecuencias, en muchos casos, con mucho más rigor del que establecen los cánones y preceptos de los organismos a los que se les da o se toman la autoridad de administrarlas.
Estas medidas constituyen una norma establecida por la autoridad competente, por lo que su violación se considera la expresión de la voluntad representada por el poder.
Sin embargo, en muchos casos el legislador sobrepasa no representa la voluntad de las grandes mayorías, sino que por el contrario, se somete a los designios de los grupos que patrocinaron o contribuyeron a que lograra escalar una posición de mando.
Entre las leyes y reglas que se aplican en organismos y empresas no gubernamentales en cualquier parte del mundo, las Grandes Ligas, debe estar entre una de las más estrictas en su cumplimiento y aplicación.
Es tan así, que si bien es cierto que se podrían encontrar fallos leves en sus actuaciones, hasta la fecha ha sido severa e implacable con los que entiende han cometido fallas.
Ahora, no todas esas disposiciones se ajustan enteramente a lo justo y ecuánime, porque como todo en el mundo, en esos organismos se producen fallos faltos de ecuanimidad, sin que esto quiera decir que se cometan por falta de honestidad o cosas por el estilo.
Las injusticias, por mucho que se tratan evitar, aparecen por arte de magia, y estarán presentes en cualquier entidad, por muy buenas intenciones en la aplicación de las leyes.
Creo que los que escogen al Salón de la Fama de Cooperstown, fallan al rechazan el ingreso a peloteros con estadísticas que reconoce la propia MLB, y a los que no se les realizan juicios en los que se comprueben violaciones a sus leyes.
