El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este sábado a su nominada a cubrir la vacante que dejó en la Corte Suprema de Estados Unidos la muerte de Ruth Bader Ginsburg.
En un evento celebrado en el Rose Garden de la Casa Blanca, Trump presentó a la jueza Amy Coney Barrett, que, de ser confirmada por el Senado, se convertirá en el tercer integrante del la Corte elegido por el presidente, después de los nombramientos de Neil Gorsuch en 2017 y Brett Kavanaugh en 2018.
«Tengo el honor de nominar a una de las mentes legales más brillantes y talentosas de nuestra nación a la Corte Suprema. Es una mujer de logros incomparables, intelecto sobresaliente, admirables credenciales y una firme lealtad a la Constitución: la jueza Amy Coney Barrett».
Ante un grupo de invitados entre los que estaba la familia de Barrett, Trump elogió a su nominada como una «académica y jueza estelar».
Por su parte, al aceptar la nominación, Barrett dijo que sus resoluciones como magistrada de la Corte Suprema se basarán únicamente en la ley y no en creencias personales.
«Los jueces no son legisladores y tienen que dejar a un lado cualquier opinión política que tengan», declaró.
Tanto Trump como Barrett tuvieron palabras de admiración y recuerdo para la jueza Ruth Bader Ginsburg, que murió el pasado 18 de septiembre.
Tras la nominación por parte del presidente, Barrett tiene que ser confirmada por el Senado, en un proceso que promete ser peleado y controvertido.
La decisión de Trump de seguir adelante con la nominación ha provocado la indignación de los demócratas, que consideran que, a falta de solo unas semanas para las elecciones, una decisión tan importante debería tomarla el presidente que salga de la cita con las urnas.
Valores conservadores
De 48 años, Barrett es una devota católica que afirmó en un artículo publicado en 2013 que «la vida comienza con la concepción».
Planteamientos como este le han granjeado el favor de grupos religiosos conservadores que desean revertir la histórica decisión judicial que en 1973 legalizó el aborto en todo el país.
Barrett ha votado a favor de las políticas de dureza frente a la inmigración de Trump y se ha manifestado a favor del derecho de los estadounidenses a tener y portar armas.
Fue Trump quien la nominó en 2017 para el 7º Circuito de Apelaciones con sede en Chicago, cargo para el que fue confirmada por el Senado en una votación en la que obtuvo 55 votos a favor y 43 en contra después de un arduo proceso.
Trump ya pensó en ella para reemplazar al juez Anthony Kennedy en la Corte Suprema en 2017.
Después de graduarse en la Escuela de Leyes de la Universidad de Notre Dame, en Indiana, Barrett trabajó como asistente del juez Antonin Scalia, fallecido en 2016 y como académica en Notre Dame cerca de 15 años.
Si su candidatura supera la votación en el Senado, Barrett se convertirá en el miembro con menos años de experiencia en la Corte.
Pero eso no parece ser un impedimento para Trump, que ha dejado clara su intención de reemplazar cuanto antes a Ginsburg, a pesar de que en 2016 los republicanos se opusieron a aprobar la candidatura del juez propuesto por el entonces presidente Barack Obama con el argumento de que debía esperarse al resultado de las elecciones que terminó ganando Trump.
Contrapuesta a RBG
Nacida en Nueva Orleans, Barrett vive en South Bend, Indiana, con su marido, Jesse, exasistente del fiscal en el Distrito Norte de Indiana que ahora trabaja para una empresa privada. La pareja tiene siete hijos. incluidos un niño y una niña de Hatí adoptados. Ella es, a su vez, la mayor de siete hermanos.
Generalmente acude al tribunal desde su casa, a más de una hora y media de distancia. El diario local The South Bend Tribune publicó una entrevista con un amigo de la jueza que contó que Barrett es muy madrugadora, se levanta entre las 4:00 y las 5:00 de la mañana.
Según explica el diario estadounidense The New York Times, Trump entrevistó a Barrett esta semana en la Casa Blanca y se decantó por ella después de escuchar a voces del ámbito conservador que le aseguran que la jurista sería una versión femenina de Scalia, que durante décadas influyó desde su puesto en el Supremo en una interpretación en sentido literal de las leyes estadounidenses.
De acuerdo a los analistas, el perfil de la elegida por Trump revela un intento por agradar a sus bases más conservadoras de cara a las elecciones. Trump marcha por detrás de su rival demócrata, Joe Biden, en las encuestas.
La elección de Barrett supone también un alejamiento radical del perfil de Bader Ginsburg, la jueza cuya vacante cubrirá, conocida por sus posturas liberales y feministas.
Respetada pero controvertida
Barrett ha pasado gran parte de su carrera como profesora en Notre Dame, donde fue elegida varias veces profesora del año.
Deion Kathawa, un estudiante que fue su alumno este año le contó a la BBC que Barrett es popular porque incluye a todos en los debates. Kathawa la define como «colegial, civil, justa, intelectualmente brillante y entregada al mandato de la ley amparado en la Constitución».
Otro estudiante le comentó al sitio WBEZ: «Tengo sensaciones encontradas porque es una gran profesora. Nunca sacó el tema político en su clase. Pero no estoy de acuerdo con sus ideologías para nada. No creo que sea buena para este país y la Corte Suprema».
Paolo Carozza, profesor en Notre Dame, ha visto la evolución de Barrett de estudiante a profesora y después a jueza, y habla de ella con entusiasmo. «Esta es una comunidad pequeña y unida así que la conozco socialmente también. Es normal, cálida, amable».
Aunque él también es un hombre religioso, Carozza opina que es razonable preguntarle a los candidatos si sus creencias interferirán con su trabajo. «Pero ella ha respondido a esas preguntas con contundencia. Me temo que ahora la están reduciendo a caricatura ideológica, y me duele, sabiendo lo valiosa y considerada que es».
La propia Barrett se ha defendido en múltiples ocasiones. «Subrayaría que mi filiación personal con una iglesia o mi creencia religiosa no hará que deje de cumplir mis deberes como jueza».
Sin embargo, su vínculo con un grupo cristiano particularmente conservador, People of Praise, ha sido debatido en los medios estadounidenses. Activistas LGBTI han puesto de relieve que la red de escuelas de dicho grupo tiene, entre otras cosas, directrices que establecen que solo las parejas heterosexuales casadas pueden mantener relaciones sexuales.
Una posición complicada para los demócratas
Análisis de Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Norteamérica
Amy Coney Barrett ha estado en la lista de candidatos de Donald Trump para la Corte Suprema desde hace tiempo, pero se decía que era el reemplazo idóneo para Ruth Bader Ginsburg.
Desde la semana pasada, eso dejó de ser un escenario hipotético.
Incluso antes de que Trump se decidiera por la jueza Barrett, figuras conservadoras se expresaron a favor de su elección, fuera quien fuera la persona. Y si todos permanecen unidos, como parece ser el caso salvo por dos excepciones, su confirmación parece segura -ya sea antes de las elecciones del 3 de noviembre o durante los meses anteriores al inicio de la siguiente legislatura (21 de enero de 2021).
La elección de Barrett pone a los demócratas en una posición delicada. Tienen que encontrar la forma de restarle apoyo a la nominada sin que parezca que atacan su fe católica o su historia personal, una actitud que podría quitarles votantes en noviembres.
Los demócratas intentarán retrasar el proceso de confirmación todo lo que puedan mientras mantienen su foco en asuntos como la cobertura de salud y el aborto, que pueden estar en el centro de futuras batallas legales con la jueza Barrett en una corte dominada por los conservadores.
A partir de ahí solo les queda esperar que la magistrada Barrett o los republicanos cometan algún grave error. Es un reto, pero por el momento es la única jugada que tienen.
Un tribunal decisivo
Los jueces de la Corte Suprema de Estados Unidos ostentan el cargo de manera vitalicia y el alto tribunal actúa como intérprete final de asuntos de la máxima relevancia política y social. Por eso su designación tiene tanta importancia, especialmente ante un panorama electoral tan incierto como el que se avecina.
Trump ha denunciado insistentemente irregularidades que no ha probado en el voto por correo, que debido a la pandemia tendrá un peso mucho mayor que en elecciones anteriores, y se ha negado a admitir que reconocerá los resultados si no le favorecen.
Si se produce el apretado recuento que pronostican las encuestas, esto podría llevar a que sea la Corte Suprema la que determine finalmente quién es el nuevo presidente, una posibilidad para la que cada vez más actores en el ambiente político de Washington se vienen preparando.
Otro asunto decisivo que será revisado por la Corte próximamente tiene que ver con la Ley de Cuidado Asequible, conocida coloquialmente como Obamacare por ser la ley de atención sanitaria aprobada durante el gobierno de Barack Obama.
La corte tiene ahora 5 miembros de orientación conservadora y 3 considerados progresistas.
Si Trump logra que Barrett ocupe finalmente el cargo, los conservadores contarán con una mayoría de 6 a 3 que presumiblemente tardaría años en revertirse.