En el panorama se visualiza descubrir drogas que detengan la enfermedad.
Santo Domingo.-Esclerosis múltiple es una enfermedad que pasó del centenario: más de 140 años de haber sido “descubierta” por el parisino Jean-Martin Charcot, en 1868.
Pero pasó mucho tiempo para que apareciera el primer medicamento contra la enfermedad, en los años 90.
De los 90 a la fecha ha llovido mucho, como también mucha gente que muere o no tiene la vida tranquila y productiva, pues la calidad de esta no da para mucho.
Hay esperanzas, sin embargo. Unos nueve medicamentos ya se encuentran disponibles para aliento de los enfermos y la vida.
Fármacos que alivian los pacientes y les estabilizan la vida. Por ejemplo, Novartis ofrece una terapia oral para la esclerosis múltiple remitente recurrente, la cual ha demostrado tener eficacia en los cuatro parámetros claves de la progresión de la enfermedad: recaídas, lesiones, progresión de discapacidad y pérdida de volumen cerebral.
Esto se conoce como NEDA4 (por sus siglas en inglés No Evidence of Disease) y se alcanza cuando hay control en esos cuatro parámetros.
Hemos entrevistado al neurólogo argentino Fernando Javier Cáceres, neurólogo, director de Innova (Instituto de Neurociencias de Buenos Aires), quien está metido de lleno en el tema desde los años 90.
El doctor Cáceres asegura que las primeras drogas contra la patología fueron inyectables: interferones, beta, que es un tipo de interferón aún en el mercado, “pero solo tiene un 30 por ciento de control de la enfermedad”.
“Con los años y la gran revolución, la que está saliendo ahora, que es la primera droga oral que está en el mercado dominicano, se llama Fingolimod, que es una oral que en el mundo se está comercializando desde 2011”, comentó.
“Han aparecido otras drogas orales, pero la primera fue Fingolimod, que encima de la facilidad de la toma tiene la ventaja de que es un poco más fuerte y tiene una cobertura mayor que las drogas inyectables”, agregó.
Explicó que las drogas pueden tener algún riesgo de toxicidad y por eso es importante que el médico sepa bien manejarlas para saber en qué paciente se puede indicar y en cuál no.
