Ciertamente, la Navidad es una época en que la sensibilidad colectiva está más a flor de piel que en otras.
Mostramos más el amor que sentimos, compartimos más tanto físicamente como nuestros sentimientos y emociones. Nos motivamos a regalar familiares y amigos y celebrar.
Reflexionando sobre este tiempo tan hermoso para la mayoría y sin intención alguna de compartir tristezas o amarguras, pienso en personas y familias que están en una situación en la cual no tienen la oportunidad ni la capacidad para celebrar o disfrutar por diferentes causas. En su mayoría es por falta de dinero, salud propia o de un ser amado o por su partida.
Creo firmemente que repartir amor y regalos entre los familiares y personas más cercanas, es maravilloso y nos gratifica mucho. Más, también es muy gratificante compartir con desconocidos y necesitados parte de nuestra buenaventura de tener y algo más que ellos.
Aportarle una cena de Navidad o año viejo a alguien que probablemente no tenga algo en su mesa para compartir con la familia, hay que tenerlo como prioridad especialmente en esta situación que vivimos actualmente.
No escapo a la realidad de que hay muchos compromisos que cumplir, sin embargo, si tomamos cada uno de los privilegiados (los que tenemos empleos, ahorros, salud) aunque sea una sola persona para que cene esa noche, estaremos haciendo una gran labor y muchos serán beneficiados.
Eso es Amor navideño y amor por el prójimo.
Prudencia, cuidarse y cuidar, recordar el panorama actual, vendrán muchas navidades para compartir mejor que antes.