Una compañera de trabajo al leer la columna de la semana pasada me hizo la siguiente pregunta: ¿Se puede manifestara un amor genuino hacia el prójimo en la Navidad?
Realmente no tuve una respuesta inmediata.
Luego de meditar en la pregunta, esta me llevó a las Escritura, y comencé a leer los evangelios, y me encontré con un hombre que realmente vivió lo que predicaba, era Jesús. Realmente él amaba al prójimo con pasión, su amor sobrepasaba los límites, en una sociedad religiosa, nacionalista, dividida, y llena de violencia, como lo era la de Israel del siglo primero.
Jesús era una fuente inagotable de amor, todo lo que el hacía: milagros, liberaciones, enseñanzas, convivencias, en todas se manifestaba el amor.
En cada enseñanza de Jesús había un condimento de amor. Las parábolas como el buen samaritano, el sembrador, la oveja perdida, el hijo pródigo, el sembrador, etc.
Viendo un ejemplo tan claro como el de Jesús, todos nosotros debemos practicar y aplicar estas enseñanza ahora. Miremos al envejeciente, a los presos, al adicto, a los enfermos, a los huérfanos, a las mujeres maltratadas, los pobres… Esta es una realidad que está cerca de nosotros inevitablemente, dejemos que el amor práctico de Cristo sea manifestado al prójimo. Ayudemos a los demás, que fluya un amor genuino de entre nosotros.
Hagamos toda una revolución, como la hizo Jesús, no con armas ni violencia, sino más bien llenemos nuestra sociedad con una “bomba atómica” llamada amor, él amor a la humanidad.
Cristo debe ser nuestro modelo para practica el amor en esta Navidad, tú también puedes practicar el amor a tu prójimo.