Me he detenido a reflexionar sobre el amor. Es un baño interior refrescante que tiene el mágico encanto de serenar el espíritu y volvernos generosos.
s un sentimiento que mueve a comprender, perdonar, a buscar lo mejor para la humanidad.
Se nace con el potencial. Si se desarrolla, surge un árbol frondoso, lleno de frutos saludables e increíble sombra…. cerca a Dios.
El amor es un sentimiento tan poderoso que al bombardearlo es capaz de vencer los que pretenden destruirnos. Las actitudes y acciones de las personas que aman son difíciles de entender por aquellos que desconocen su profundo significado.
El amor es desinteresado, sin frontera, es firme, valiente. No se detiene ante las bofetadas de la vida. Quienes más lo necesitan son los que se resisten a darle cabida, los que ponen barreras materiales, económicas, políticas, emocionales, para recibirlo.
El amor verdadero es leal, no se vende. Traspasa muros buscando el alma de los que están perdidos o confundidos, para ayudarlos a vivir tranquilos.
Si cada ser humano fumigara con amor sincero su entorno, el mundo fuera un paraíso, un bello jardín. Es una forma efectiva de inyectar principios cristianos, de imitar a Jesús, el hijo de Dios.
Lamentablemente, son muchos los que no saben amar, no conocen o no confían en su poder. Le dan prioridad a otros sentimientos como la ambición, orgullo, odio… hieren sin piedad.
Hay quienes utilizan como plataforma, abusan, con fines inconfesables, de los que ponen fe y creen en el amor. Olvidan que Dios observa.
Apenan los dirigentes políticos que engañan al pueblo, utilizando sus recursos para comprar conciencias “su amor” y sentirse acompañados… Entristecen los líderes religiosos que en lugar de llenar de amor el corazón de los poderosos, se confabulen con ellos a cambio de poder y dinero y pierden de vista la esencia de su misión…
Apenan las parejas que se unen por conveniencia y se concentran en los bienes materiales, pero son incapaces de tener un núcleo de afectos acogedor que contribuya a formar personas de bien, útiles a la sociedad.
¿Aman los líderes políticos al pueblo? ¿Buscan su bienestar o lo usan? Qué hermoso fuera que sus acciones fueran por amor. Observémoslos detenidamente.
Sus miradas y acciones hablan. Si su amor es sincero, en su entorno se debe respirar confianza, tranquilidad, seguridad. En el amor no hay guerra de intereses. Está en los corazones. Desempolvémoslo para alcanzar unidad, progreso y paz.
El amor puro es sincero, leal, firme, desinteresado. Nos vuelve mejor ser humano. Se acurruca en el alma para ayudar al prójimo sin esperar nada a cambio.
El amor debe ser ¡el motor que mueva al individuo, los lideres, al mundo!, para que seamos más felices y sentirnos mas cerca de Dios.