Un viernes 27 de enero de 2006 esta columna vio la luz por primera vez. Al recordar esta fecha no estoy celebrando ningún aniversario ni conmemorando un determinado hecho o situación.
Pero en estos días he estado pensando en esa afirmación que cierra cada uno de mis escritos y que se ha convertido en el apellido de mi marca personal y profesional.
“Sé amable de manera indiscriminada” no estuvo desde el principio, pero hizo acto de presencia en la segunda entrega de esta columna, una semana después. No me puedo dar el crédito exclusivo por esta frase.
La decisión de utilizarla y convertirla en lema llegó después de leer que “la amabilidad puede desarrollarse igual que la violencia” en una de las anécdotas del libro “Un segundo plato de sopa de pollo para el alma”, de Jack Canfield y Mark Víctor Hansen.
Todo este preámbulo tiene una razón de ser. Recordar que, como escribió Luciano Crescenzo, “todos somos ángeles de una sola ala, y solo podemos volar abrazados los unos a los otros”. Y es que la amabilidad indiscriminada no es una utopía ni un mito, puede ser una realidad si todos nos comprometemos a ser multiplicadores, a ser sus embajadores, día a día.
El 2020 nos sorprendió y puso patas para arriba nuestro mundo. Nos hizo pisar el freno, pues íbamos a gran velocidad. Nos recordó qué es lo que realmente importa: salud, familia y seres queridos. Nos ayudó a poner en perspectiva el presente y el futuro.
Son grandes lecciones, pero que solo pueden ser aprendidas si estamos en la disposición de ser receptivos, proactivos y agradecidos, sin importar lo difícil que podamos creer que es nuestra situación actual.
Como seres humanos, todos pasamos por momentos difíciles y para cada uno de nosotros nuestros problemas son los más grandes, sin darnos cuenta que hay millones de personas que viven situaciones similares o peores.
No estamos solos, no vivimos solos, y como tal, estamos diseñados para vivir en comunidad, siendo tolerantes y empáticos.
Es bueno recordar que una sonrisa, una palabra de aliento y un “te entiendo” puede cambiar el curso de los acontecimientos de alguien. Y es ahí donde “la amabilidad indiscriminada” cobra mayo importancia, no como pose, sí como estilo de vida.