Santo Domingo. – La periodista Altagracia Ortiz puso en circulación su segundo libro titulado El Comercio del Dolor, que contiene duras críticas contra el sistema de salud. No se la salvó nadie, criticó a los médicos y a las autoridades.
Con 266 páginas, la obra narra las vicisitudes de los pacientes al momento de requerir atenciones médicas, en medio de un sistema de salud altamente comercializado, agravado por la indolencia de un ejercicio cada vez más deshumanizado.
Fue puesto a circular la noche de este miércoles, en un acto cuyos grandes ausentes fueron el ministro de salud y el director nacional de salud, doctores Daniel Rivera y Mario Lama. Salvó la campaña del gobierno el afable médico Eddy Pérez Then, asesor científico del Gabinete de Salud.
Pasadas autoridades de salud, como los exministros Rafael Sánchez Cárdenas y Altagracia Guzmán, estuvieron en primera fila, así como investigadores, médicos, amigos y relacionados. Ningún presidente de sociedad médica, a la que tanto ha servido de voz la reconocida periodista, se apersonó al lugar ni para saludar.
La presentación estuvo a cargo de la periodista Alicia Ortega, la maestría de ceremonias de la periodista Carmen Matos, el prólogo del cardiólogo César Herrera y la contraportada del patólogo Sergio Sarita.
Este es el segundo libro que pone a disposición del país la periodista Ortiz, siendo el primero publicado en el 2015 bajo el título “En Cuidados Intensivos, una visión crítica al sistema de salud dominicano”, donde narra las condiciones críticas de la atención sanitaria.
El puesto a circular ahora destaca que cuando el modelo del comercio se replica en el área de la salud sin que la piedad y solidaridad estén presentes, se está ante una acción deplorable y despiadada.
Señaló que incluso en medio de la pandemia del COVID -19 y la emergencia sanitaria surgió el comercio del dolor con prácticas especulativas en la venta de insumos, pruebas, vacunas, medicamentos y otros productos.
Al referirse a la deshumanización, observó el tráfico de influencia, servicios deficientes, desprecio a la condición de pobreza, aglomeración, largas esperas y quejas en medio de miradas indiferentes y colaboradores que transmiten sus frustraciones a los más vulnerables.
Destacó que en sus años de ejercicio ha visto con gran desolación que el sector salud, en la medida en que se ha modernizado y se ha llenado de máquinas, ordenadores, especialistas y hermosos edificios, se ha vuelto menos humano.
Agregó que el peor tormento de los dominicanos hoy es enfermarse, no sólo por lo que implica la pérdida de la salud en sí, sino por los laberínticos caminos que hay que recorrer en un sistema cuyo motivo principal es hacer dinero.
Afirmó que no hay dudas de que el tema de la salud es uno de los principales desafíos que tenemos hoy. “Los dominicanos nos hicimos más pobres cuando los enfermos dejaron de ser pacientes y se convirtieron en clientes”, señala.
Indicó que cada vez que se muere un paciente aquejado de la enfermedad de la pobreza, muere con él la sociedad dominicana y mueren con él todos los discursos, todas las políticas y todos los maquillajes que le pusieron a los centros hospitalarios.