El presidente de Guinea-Conakri, Alpha Condé, derrocado este domingo por militares en un golpe de Estado, llegó al poder en 2010 tras casi dos décadas de lucha por el sillón presidencial y el establecimiento de la democracia en su país.
Para Condé, aspirante presidencial desde 1993 y rival histórico de los exmandatarios Sékou Touré y Lansana Conté, lograr el poder fue tan complicado que nunca quiso perderlo, a pesar de que su última candidatura, para los comicios de octubre de 2020, ocasionó protestas que dejaron decenas de muertos en menos de un año.
“Esta elección no es solamente una elección, es como si estuviéramos en guerra”, dijo entonces el mandatario, de 83 años, en unas polémicas declaraciones durante un mitin de campaña electoral.
Procedente de una familia acomodada, Condé se marchó a los 15 años a París para cursar sus estudios.
En la capital francesa realizó la carrera de Derecho y se doctoró en Derecho Público en la Universidad de París-Pantheón, donde empezó su carrera impartiendo cursos de leyes y economía durante más de diez años.
Desde sus tiempos como estudiante, fue un activista social y político y dirigió organizaciones como la Asociación de Estudiantes Guineanos en Francia o la Federación de Estudiantes del África Negra en Francia.
Condé se convirtió en un detractor del régimen de Sékou Touré, el padre de la independencia de Guinea, y en los años 70 se vio forzado a exiliarse durante más de una década tras ser condenado a muerte por Touré.
LUCHA POR UN SISTEMA PLURIPARTIDISTA En 1991 regresó a Guinea para luchar, junto con otros opositores, en favor de un sistema pluripartidista, tiempo en el que tuvo que huir y exiliarse en Senegal.
En 1992, su partido, el Reagrupamiento del Pueblo Guineano (RPG), fue legalizado y en 1993 se presentó por primera vez a las que serían las primeras elecciones multipartidistas del país, en las que se enfrentó al general Lansana Conté, presidente desde el golpe de Estado de 1984 y ante quien salió derrotado.
En los comicios presidenciales siguientes, en diciembre de 1998, Condé fue secuestrado y encarcelado sin juicio antes del final de la votación, y Conté fue proclamado vencedor.
Condé estuvo detenido más de veinte meses antes de comparecer ante un tribunal que le condenó en 2000 a cinco años de prisión por “delitos contra la autoridad estatal y la integridad del territorio nacional”, antes de ser liberado en 2001 por un indulto presidencial.
“Soy un intelectual, mi combate es un combate de ideas y mis armas la pluma y la palabra”, remarcó al final del juicio.
Desde la muerte en diciembre de 2008 del entonces presidente, Lansana Conté, y la toma del poder por la junta militar que encabezó el capitán Moussa Dadis Camara, Condé centró sus esfuerzos en el retorno a un Gobierno civil mediante unas elecciones libres, transparentes y democráticas.
DE DEMÓCRATA A AUTÓCRATA En 2010, Condé accedió, por fin, al poder en la segunda vuelta de los comicios, a pesar de haber obtenido tan sólo un 18,25 % de los votos en la primera, frente a un 43,69 % de su rival desde entonces, el actual líder de la oposición y perdedor por tercera vez de las presidenciales del año pasado contra él, Cellou Dalein Diallo.
“Seré el Mandela de Guinea”, declaró Condé durante su juramento como presidente. Pero durante sus dos mandatos, no sólo no ha terminado con la violencia sistémica en este país de África occidental, sino que ha seguido siendo utilizada por su régimen.
La percepción de Alpha Condé en los inicios de su carrera política es la “de un demócrata que ha dedicado cuarenta años de su vida a combatir por la libertad, la democracia, el Estado de derecho”, declaró Diallo.
“Hoy sabemos que es un autócrata, decidido a matar para eternizarse en el poder”, añadió el líder opositor.
Musulmán, casado y padre de un hijo, Condé insistió en mantenerse en el poder, aunque el 21 de diciembre de 2020 se agotaba su segundo y último mandato autorizado por la Constitución.
Para lograrlo, el 22 de marzo de 2020, tras meses de incertidumbre, el mandatario convocó un referéndum que le permitió cambiar de Constitución y volver a presentarse a las elecciones al considerar que sus años anteriores en el poder no se debían tener en cuenta y que se tenía que reiniciar el contador de mandatos.
Pero sus oponentes organizaron protestas en las que perdieron la vida al menos cincuenta personas, según Amnistía Internacional, si bien la oposición elevó esa cifra a más de noventa.
MUCHAS PROMESAS INCUMPLIDAS Condé prometió favorecer la paridad, apoyar a la juventud, desarrollar las localidades mineras, mejorar el nivel de vida de los guineanos y el suministro de agua y electricidad en un país que, a pesar de su importante potencial minero, hidráulico y agrícola, continúa siendo uno de los más pobres del mundo.
No obstante, un informe de Lahidi, plataforma que hace el seguimiento y evaluación de las promesas de Alpha Condé y su Gobierno, asegura que entre 2015 y 2020 el octogenario jefe de Estado sólo cumplió el 13 % de sus promesas.
Los militares que lo detuvieron ayer justificaron el golpe por “la falta de respeto a los principios democráticos, la mala gestión financiera, la pobreza endémica y la corrupción”, problemas que Condé ya no podrá resolver desde su amado sillón presidencial.