Aló, ¿es el 911?

Aló, ¿es el 911?

Aló, ¿es el 911?

Padre Luis Rosario

Sí, es el 911, para servirle… Explíqueme de nuevo. ¿Me dijo que en su hogar hay problemas y que necesitan de una unidad de emergencia?

La ambulancia no se hizo esperar. Desde lejos oímos la sirena y ya todo estaba preparado para el traslado al centro de salud más cercano.

Los médicos y paramédicos nunca habían tenido que tratar con un paciente como éste. ¿Que el hogar tiene problemas de salud?

De todos modos, allí estaba el enfermo y había que atenderlo, recurriendo a los clásicos estudios de los diferentes órganos, para diagnosticar el tipo de enfermedad y luego buscar los correctivos de lugar.

Lo primero es el examen de la cabeza. Minuciosamente el especialista fue examinando la cabeza y percibió la presencia de ciertas formas de pensar e ideas que estaban atrofiando al hogar. Se dio cuenta de que había una corriente sanguínea envenenada que estaba llegando al cerebro.

Es lo que en medicina popular comúnmente se conoce como “yo hago lo que me da la gana, ¿y qué?”.

Como consecuencia de esta situación el especialista se dio cuenta de que el diálogo, el consenso y la armonía se habían debilitado en forma peligrosa y que esto producía gran dolor, imposible de curar con un simple calmante.
Luego le tocó el turno al especialista del oído, que observó una creciente sordera que impedía que los miembros del hogar se escucharan. Pero, era extraño, escuchaban muy bien otras cosas: la televisión, la radio, las llamadas por los celulares, teléfonos, y pasaban horas hablando con otras personas, sin ningún tipo de problema.

El enfermo pasó entonces al oftalmólogo, que detectó tremendas cataratas que impedían ver con claridad a las otras personas y que desfiguraban el rostro de los otros miembros del hogar, haciendo que se percibieran con manchas y malformados, y a veces ni siquiera se veían.

Pero la situación se hizo más alarmante cuando le tocó el turno al especialista de la boca y de la lengua. Esa lengua estaba súper enferma.

Estaba estropajosa, hiriente, con hongos; todo le sabía amargo, agrio y había perdido la capacidad de sentir la dulzura.

El cardiólogo, por su parte, ya estaba esperando al paciente. Entre tanteos y tanteos, tras electros y otras auscultaciones usuales, el especialista del corazón notó que había una arritmia preocupante y soplos que producían una especie de vacío y que impedían que fluyese el amor de manera normal. Se dio cuenta de que había habido una transfusión de sangre extraña al hogar, que lo estaba envenenando.

En su apreciación de la situación del paciente, por su parte, el neumólogo detectó que también los pulmones tenían problema. La respiración era fatigosa, debido a un aire contaminado que conformaba el ambiente social de los miembros del hogar, y a la falta de ejercicios y aeróbicos de fe que había descuidado. Esta situación exigía de inmediato sueros de oración e inhalaciones de aliento espiritual.

Claro, con el cuadro anterior, a quienes les tocó examinar las manos, las piernas, las extremidades en general, se dieron cuenta de que había un caos. El hogar caminaba cayéndose, se iba a cualquier sitio, metía la mano en cualquier parte.

En fin, el equipo médico decidió dejar interno al paciente para someterlo a un tratamiento de emergencia y le recetó lo siguiente:

– Para la cabeza le indicó una operación urgente, para extirpar los tumores de ideas nocivas contrarias al valor de la familia.

– Terapias de escucha mutua y mayor dedicación al diálogo familiar, fue lo que recetaron para el oído.
– A los ojos también los sometieron a una operación para quitarles las cataratas de los prejuicios y ponerles lentes correctivos.

– Para la boca y la lengua recetaron pastillas de control y un jarabe salido últimamente al mercado, elaborado con miel, que permite gustar el sabor de la dulzura.

– Determinaron también que para el corazón funcionarían bien cápsulas de misericordia, que tienen como efecto directo la producción de mansedumbre y humildad.

– Para las extremidades le indicaron ejercicios de mayor presencia hogareña, pues las calles son la madre de todas las enfermedades del hogar.
Después de este tratamiento los médicos están seguros de que el hogar no tendrá que recurrir nuevamente al 911.



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