Las alianzas son tan necesarias como riesgosas. En ciertas circunstancias no se avanza si no se las realiza. Las que se hacen con fuerzas de signo político e ideológico contrapuestos siempre encierran peligros, y el partido o grupo que no se advierte respecto a esa posibilidad, se expone a muchos errores.
Entre los peligros y errores frecuentes de los comunistas y la Izquierda en general al concertar alianzas con sectores políticos fuera de su litoral suele aparecer el reformismo, que hace de la conquista de reformas el principal objetivo y se olvida de los objetivos revolucionarios. Sacrifica la estrategia por la táctica, cuando lo que corresponde es armonizarlas dialécticamente. Es por demás una desviación oportunista.
Otro error muy propio de la Izquierda dominicana, infantil en un tiempo, y senil ya, es no tomar en cuenta en todas sus implicaciones el concepto correlación de fuerzas, y negarse a los acuerdos con sectores de derecha o centro derecha en nombre de la “pureza” política, o con el predicamento de que es preferible esperar un mayor desarrollo orgánico para pactar en mejores condiciones; olvidando que revoluciones puras, exentas de alianzas, no las ha habido nunca en lugar y tiempo algunos, y que en medio de una alianza de masas, con objetivos claros, políticas objetivas, identidad propia e indeclinable, y audacia, la calidad se puede convertir en cantidad.
Estos asuntos se dilucidan entre los comunistas y en la Izquierda desde hace más de 100 años y todavía hay muchos y muchas que no las entienden, o dicen no entenderlas.
El Manifiesto Comunista no se había escrito todavía cuando las luchas de Duarte y los Trinitarios para fundar la República Dominicana el 27 de febrero de 1844.
Pero, el buen juicio político del patricio y sus compañeros y compañeras no necesitó de las contundentes orientaciones de Marx y Engels contenidas en aquel documento para pactar alianzas; que la estrechez de miras de algunos de la izquierda dominicana hubieran aborrecido y estigmatizado en malos términos, pero sin las cuales a lo mejor no habrían tenido lugar el acto de independencia ni la República Dominicana.
En hechos políticos posteriores, por casos la guerra de la Restauración en 1863-65 y la misma de abril de 1965, diversas formas de alianzas contribuyeron a los mismos.
Es así como la Izquierda responsable, objetiva, juiciosa y con formación teórica, debe entender la política de Convergencia. Qué se busca, y para qué. Armarse de varios puntos programáticos avanzados, aferrarse a los mismos, argumentarlos, pelearlos, para que el eventual triunfo electoral en el 2016 implique un cambio importante en las condiciones políticas y sociales del pueblo, país y nación. Esto es lo vital.
No hay que temer a las alianzas; solo hay que confiar en sí mismos, tener claro el sentido, alcances y limitaciones de esas alianzas. Actuar por el libro, con los principios y la firmeza revolucionaria, nunca sin estos. Esa es la cuestión.