Después de 20 años, la Conferencia del Episcopado, en su conjunto se reunió con el presidente Luis Abinader en el Palacio Nacional, anunciándose una alianza entre la Iglesia y el Estado en áreas del desarrollo como son las políticas dirigidas a la familia y la creación de empleo.
Luce que se quiere fortalecer la relación Iglesia Estado desde las bases del bienestar colectivo y la transparencia, lo que se refleja en la afirmación del Presidente de que la quiere cerca “pero diciéndole todo, y sin ocultar críticas, para buscar alternativas que mejoren al pueblo dominicano”.
El sustento de esta alianza es crear sinergia para elevar la dignidad humana, principio fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia que históricamente ha guiado su acción social, así como el de subsidiariedad que apuesta porque los individuos y grupos minoritarios, puedan, con su propio esfuerzo e iniciativa, gestar su desarrollo autónomo e integral.
Para la Iglesia Católica, la dignidad humana es intrínseca al hombre por ser imagen de Dios, y el fundamento de la igualdad entre los seres humanos, y como plantea la encíclica Christifidelis Laici, a “causa de su dignidad personal, el ser humano es siempre un valor en sí mismo y por sí mismo y como tal exige ser considerado y tratado”.
La alianza Iglesia-Estado deberá potenciar la vasta acción social que tiene el catolicismo dominicano en sectores tan importantes como la salud, la educación y la promoción social.
Las iglesias son espacios tradicionales de vinculación y protección social que pueden incidir de forma contundente en la reducción de la violencia contra la mujer, la delincuencia y la pobreza.
Un aspecto relevante en la alianza que estamos reseñando es la creación de empleo. La plataforma de la Iglesia Católica de promover politécnicos de formación técnico profesional para adolescentes y jóvenes es un ámbito idóneo para la innovación educativa para el emprendimiento y el fortalecimiento de la alianza público privada con empresarios para la empleabilidad.
Reconocer y apoyar el rol de la Iglesia Católica en el desarrollo de nuestro país es, además de justo, una oportunidad para acelerar el bienestar social de los excluidos y atender a los más vulnerables.