Alfred Melek y el Cedro del Líbano, denominado ‘árbol de la vida’, dura dos mil años. Nicolás Monegro
SANTO DOMINGO.-“¿Tú eres de los que pones bombas?”… ¡Terrorista!… Esa chanza de los dominicanos en principio le resultaba chocante a Alfred Malek, originario de la región Kesrouan, Gahzir Monte Libano, radicado aquí desde los 22 años, quien exitosamente logró compenetrarse y hoy se siente ciudadano dominicano.
La historia del presidente del Club Libanés Sirio -Palestino, y de la Unión Cultural Libanesa Mundial, data de 1890 con la migración de su abuelo, de Medio Oriente, por los problemas del imperio turco, el cual dispuso fuertes impuestos a los cristianos, les limitaba las propiedades y otras medidas que los motivó a irse en barco a países de América.
De ahí que el abuelo vino al país casado, tuvo aquí a sus hijos, y al morir su esposa retornó a su país con su familia, tocándole a Alfred nacer allá y retornar más adelante hacer vida en esta tierra.
“Mi abuelo vivía en Sánchez, tenía una especie de almacén, el muelle de allí era de los más importantes porque llegaba el tren hasta el barco y descargaba directamente.
Él importaba muchas cosas de España y las vendía ahí”, rememora Malek como parte de las historias familiares que le hacían.
Cuenta que como el sistema educativo de la época aquí no era muy eficiente, los padres enviaban a los hijos a prepararse y aprender idiomas en su país.
Uno de los tíos quedó aquí, lo que facilitó que sus padres retornaran a este país por un tiempo, y Malek tuvo la oportunidad de radicarse aquí. Sus padres eran profesores e impartían clases de francés en el colegio Babeque.
Choque de cultura
“Fue un poco difícil entender la mentalidad de la gente de aquí, de relajo me decían: ¡terrorista!… ¿eres de los que ponen bombas?… Allá no se relaja con eso, es una ofensa o insulto, en principio no lo asimilaba, pero luego me di cuenta que era una gracia”, comenta agradecido por la acogida que tuvo y dijo sentirse identificado con la idiosincrasia del dominicano.
Cuenta Malek, que a los ocho meses de llegar trabajó en el Banco Panamericano, y la mayor dificultad que tuvo era no dominar el idioma. Se le dificultó convalidar los estudios de Ciencias Políticas que inició allá. Optó entonces por entrar a la Universidad Católica de Santo Domingo, donde se graduó de Diplomacia. Al concluir hizo maestrías en España, New York y Atlanta, Estados Unidos, donde vivió por cierto tiempo.
Negocios
Posicionado aquí, dejó de lado la carrera y se dedicó al servicio técnico de calibración de equipos de laboratorio, entendiendo que los negocios son la mejor forma de progresar, y algo que según él la gente no entiende.
“A través de este trabajo verificamos por ejemplo los contadores o medidores de estaciones de gasolinas; las balanzas de los supermercados, el grado de un cuarto frío”, refirió como parte de su quehacer.
País de oportunidades
“Todo el mundo corre detrás de la pelota, yo voy donde va a caer la pelota y vi que aquí era donde iba a caer”, dijo en tono jocoso, a propósito de las facilidades de progreso vistas.
Asegura que en cada país hay que superar un proceso de adaptación para llegar. Afirma que desde que está aquí escucha personas quejándose, pero cuando sale y retorna observa el progreso.
“Cuando llegué había muchas chatarras y ahora hay cantidad de jeepetas, torres de apartamentos, a diferencia de antes, que las casas no pasaban de dos niveles”, señaló tras destacar los avances empresariales y a nivel aeroportuario que se observan en el país. Incursionó en este último reglón y se ha dado cuenta de su desarrollo.
Discrepancia
Lo que no asimila es la impuntualidad y que la gentes le diga que van a estar a una hora en un lugar y lleguen después. Igual, el que no sepan decir no, “dicen que sí y luego incumplen”, comenta entre carcajada, tras ponderar el clima, las playas, montañas y lugares ecoturísticos que le gustan del país.
Delincuencia
Aunque ha sido víctima de robos simples en su vivienda campestre, los califica como situaciones aisladas, no para alarmar, tampoco justifica la campaña de descrédito surgida en contra del país. Afirma que las muertes recientes de extranjeros son coincidencias, porque los hoteles en el país gozan de mucha seguridad.
Malek indica que la generalidad de los libaneses que han venido al país se han destacado por su trabajo. Entiende que nadie puede venir a implantar su cultura.
“Les recomiendo que se adapten, que transmitan su cultura, además, ser agradecidos”, agregó el representante de la comunidad libanesa, siria y palestina, a través del club que los aglutina.
Identidades
— Transculturación
Malek siente alegría de promover su cultura vía las actividades del Club, como bailes, clases de árabe ‘belidance’. También disfruta que en las bodas y otros encuentros de dominicanos se haya asumido el quipe y otros bocadillos de su país.