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¡Alerta! Ya llegó el SIDA, todos a protegerse: "No se tiren que hay pirañas"

Parecería algo propio de una narrativa de ficción o una treta para atraer, para enganchar la atención del público. Pero no, nada de eso, se trata de una realidad vivida y sufrida por una casi imperceptible masa de la población dominicana y extranjera.

No importaba la clase social, aunque sí, como ocurre siempre, con un impacto brutal, mayormente entre sectores marginados, obreros y trabajadoras sexuales.

Este brazo de la maldad, asimismo, extendió sus tentáculos a la inmigración, específicamente a braceros haitianos que residen en los bateyes de la industria azucarera.

Capítulo I: El problema
Transcurrían los años 88 y 90, cuando a la oficina de Prensa y Relaciones Públicas del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (el extinto IDSS) -donde laboré como encargado de esa unidad-, llegó una circular en que se invitaba a directores de departamentos, encargados y de otros puestos de mando a hacernos, con estricta discreción, las pruebas del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH-SIDA). Y que “no se expanda el pánico”, era la recomendación transmitida de manera oral al margen de esa medida burocrática.

El VIH había entrado al país y golpeaba con fuerza a distintas clases sociales, especialmente a los trabajadores. Ante la apremiante situación, el Consejo Directivo del IDSS, al mando del cual estaba el excelso médico gastroenterólogo, doctor Rafael Gautreau, dispuso enfrentar el problema al margen de los esfuerzos que realizaba la entonces Secretaría de Estado de Salud Pública y Previsión Social (SESPAS) y creó un departamento para evitar la propagación del SIDA entre los trabajadores, la masa crítica que soporta el sistema productivo nacional.

Al frente de esa unidad preventiva se designó a una especialista a carta cabal, la doctora Maritza Arbaje, la cual realizó un trabajo inconmensurable en medio de la crisis que afectaba al sector trabajador.

II: El cuchicheo
La doctora Arbaje, una profesional jovial, dedicada y apasionada con su trabajo, y con quien hice “una buena química”, como decimos los dominicanos, me invitó a su oficina-consultorio para conversar en privado. No sabía de qué se trataba. Pensé que me daría algunas estadísticas sobre la expansión del SIDA entre los trabajadores para que lo divulgara. Pero no, en medio de la conversación, me espetó mientras me miraba directamente a los ojos, sobre algo que me dejó perplejo:

-Tú eres de los que ha tenido algún acercamiento íntimo con Susana”, dije automáticamente que no. Como periodista al fin, hice de una vez una pregunta: – ¿Por qué? – “No, por nada, solo quería saber”, comentó.

Hubo un silencio espeso en el consultorio. La doctora Arbaje prosiguió: – “Solo me interesaba saber tu cercanía con esa joven”. Otro silencio inesperado arropó el espacio del pequeño despacho médico.
Susana, era una exuberante mulata de cuerpo escultural que vestía con elegancia y emanaba alegría; irradiaba simpatía a borbotones y se había ganado el cariño de muchos de los incumbentes del IDSS.

Era como si ella emanara miel por sus poros. Ella visitaba con frecuencia la oficina de Relaciones Públicas, ya que tenía allí un buen amigo, otro directivo del departamento.

La doctora Arbaje, ducha profesional de la medicina pese a su corta edad, seguía observándome, pero sin hablar, sin decir nada; eso hacía crecer mi incertidumbre.

– “Te voy a confiar esto, aunque no debiera hacerlo; creo que como médico no voy a faltar a la ética, lo estoy haciendo por razones preventivas”, expresó. Me confió entonces que a Susana le habían diagnosticado el virus del SIDA y que su departamento quería saber con quienes ésta intimó para evitar que se propague el problema en la institución.

En los corrillos, los cuchicheos de oficinas y pasillos se hablaba de funcionarios que cortejaban a la bella joven de ébano. Extrañamente, en esos días se produjo una ausencia casi colectiva de estos y se dijo entonces que algunos funcionarios habían viajado a Miami ¿a qué? a realizarse pruebas, por si acaso.

III El problema
Cada primero de diciembre se conmemora el Día Mundial del SIDA. La evocación se realiza desde 1988 y en el país esta vez pasó desapercibida, “sin pena ni gloria”.

Parece como si ya los dominicanos hubiéramos superado este mal. Pero no es así, todavía el virus sigue latente y cobra vidas, aunque silenciosamente, en diferentes estratos sociales del país.
La fecha fue proclamada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asamblea Mundial de la Salud y la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 27 de octubre del citado año, a partir de la idea que surgió en 1987 por James W. Bunn y Thomas Netter, oficiales del Programa Mundial sobre el Sida de la OMS. “El objetivo principal era concienciar sobre el VIH/Sida, apoyar a quienes viven con el virus, recordar a quienes han fallecido y movilizar a la comunidad global para combatir la epidemia mediante la prevención, la mejora de acceso a tratamientos y la reducción del estigma”.
IV Las cifras
Según las más recientes estadísticas mundiales del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida ONUSIDA, unos “40,8 millones (37,0 millones-45,6 millones) de personas en todo el mundo vivían con el VIH”. Igualmente, 630 mil personas murieron por enfermedades relacionadas con el sida en los últimos años, mientras que, en 2024 unas 31,6 millones de personas (27,8-32,9 millones) tenían acceso a terapia antirretroviral.
Desde el comienzo de la epidemia, 91,4 millones de personas “se han infectado con el VIH” y 44,1 millones han muerto por enfermedades relacionadas con el sida. Según ONUSIDA, había 40,8 millones de personas viviendo con VIH en 2024, mientras un dato alarmante dado por este organismo mundial establece que “el 53% de todas las personas que viven con el VIH son mujeres y niñas”.
Según ONUSIDA, persisten “los factores de riesgo, agravados por la marginación, la discriminación y, en algunos casos, la criminalización”. En torno a la prevalencia media del VIH más alta, están ciertos grupos de personas, específicamente hombres homosexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres, trabajadoras sexuales, personas que se inyectan drogas, transgénero y personas en prisión. A la fecha prevalece el mal a nivel global, aunque destaca que, entre las personas que tenían acceso al tratamiento en 2023, “el 93% había logrado la supresión viral”.
A finales de 2023, según ONUSIDA, había inversiones de 19,800 millones de dólares para financiar programas de prevención, 59% del total de los recursos procedía de fuentes nacionales. “La financiación aún está lejos de los 29,300 millones de dólares…que harán falta para la respuesta al Sida en los países de ingresos altos, con el fin de poner fin al sida como amenaza para la salud pública mundial en 2025”, precisa.
V Cifras alarmantes en bateyes
Actualmente, en la República Dominicana “se estima que 79,000 personas viven con VIH y ocurren alrededor de 4,100 nuevas infecciones anualmente (datos de 2022)”. “El país ha logrado un progreso significativo, superando el objetivo de diagnóstico del 95% de los estimados, aunque hay desafíos en poblaciones de difícil acceso”, según las cifras nacionales. Agregan que, “en cuanto al tratamiento, el 71.9% de quienes conocen su estado están en tratamiento antirretroviral, y el 49,053 de ellos tienen la carga viral suprimida”.
Aunque los datos señalan que la mortalidad asociada al VIH ha disminuido en un 54%, la prevalencia del virus “es particularmente alta en poblaciones clave, aunque el ritmo de nuevas infecciones ha disminuido en general, “existe una mayor prevalencia entre hombres que tienen sexo con hombres y en trabajadoras sexuales”.
“Se han identificado cifras alarmantes en bateyes, donde la prevalencia puede oscilar entre el 5% y 12%”, precisan datos oficiales.
En tal sentido, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), tras evaluar la realidad nacional del Sida, recomendó la implementación de “la autoprueba para ayudar a un mayor diagnóstico, especialmente en grupos de difícil acceso”.
“Se busca expandir los servicios de salud para incluir a todas las poblaciones afectadas, con un esfuerzo conjunto entre instituciones gubernamentales y no gubernamentales”, subraya.
Por otra parte, un estudio reciente ha precisado que “al igual que muchos países en desarrollo de la región, el gobierno dominicano debe establecer mecanismos eficientes para monitorear la epidemia y construir la infraestructura necesaria para obtener las mejores estimaciones de la prevalencia del VIH/SIDA entre las diferentes poblaciones en riesgo”.(La epidemia del VIH/SIDA en la República Dominicana: Factores contribuyentes clave. Autores: Patria Rojas, Robert Malow, Beverly Ruffin, Eugenio M. Rothe y Rhonda Rosenberg).
VI Recintos carcelarios
El estudio destaca que “una mayor participación gubernamental y cívica podría incrementar la participación de la República Dominicana en las encuestas de prevalencia del VIH realizadas por el CAREC regional”.
Se refieren a datos importantes faltantes, como son los de “los dominicanos encarcelados, que podrían facilitarse mediante la colaboración con mecanismos de vigilancia financiados a nivel regional e internacional. Los países caribeños que han reportado las tasas de infección por VIH en sus reclusos han demostrado que su tasa de prevalencia es mayor que la de la población general”.
VII El clavito en el zapato: presencia haitiana
Hace más de tres décadas, la preocupación de la doctora Maritza Arbaje en el IDSS era la persistencia del Sida en los bateyes y en las trabajadoras sexuales. La situación, pese a avances en cuanto a los trabajos preventivos, sigue siendo “el clavito en el zapato”.
Las investigaciones recientes afirman que “además de los factores que ponen a la población dominicana en riesgo de infección por VIH, los inmigrantes haitianos y los residentes de bateyes enfrentan un mayor nivel de violaciones de derechos humanos (por ejemplo, falta de servicios de salud pública estatus ilegal en el condado a pesar de haber nacido en RD) que los colocan en un riesgo sin precedentes de infección por VIH”.
“Para esta población, la prevención del VIH debe incluir asistencia en la defensa de los derechos humanos, educación, movilización social y auténticas decisiones e intereses gubernamentales. Además, la epidemia compartida y compleja entre Haití y República Dominicana del VIH puede combatirse de manera más efectiva utilizando un enfoque binacional en lugar de un marco centrado principalmente en la República Dominicana”.
El estudio de referencia hace hincapié en solicitar al Estado dominicano asumir la responsabilidad de prevenir el mal que en muchos casos proviene del otro lado de la isla. “El trabajo binacional con Haití ha tenido éxito en la vigilancia del VIH/SIDA en las zonas rurales y podría ser necesario ayudar al gobierno de la República Dominicana a monitorear la epidemia rural con el fin de intervenir y estabilizar su trayectoria”.
VIII Se iban a poblados del Sur
La doctora Arbaje advertía años atrás sobre la necesidad de prevenir el mal en las trabajadoras sexuales y en los bateyes, dándole el seguimiento y asistencia pertinentes, pero ocurría que cuando se detectaba una trabajadora sexual afectada, se le ponían los controles necesarios, pero estas abandonan los lugares de trabajo (antros, cabarets, barras, etc.) y cuando se les rastreaban eran localizadas, infectando a otros ciudadanos, en recónditos lugares de la región Sur.
En la actualidad, los estudios consideran que “es necesario intensificar el trabajo que los funcionarios de salud pública han venido realizando durante las últimas dos décadas y poner en práctica sus planes en el centro nacional de coordinación del SIDA y COPRESIDA”.
“El gobierno dominicano ha comenzado a reconocer la necesidad e importancia de los esfuerzos binacionales para contrarrestar la epidemia en la isla. Sin embargo, se debe implementar una ley nacional de salud pública centrada en las necesidades de salud fronteriza para abordar los bajos niveles de educación de la población en esta área y la alta tasa de VIH/SIDA”, explica la investigación.
En tanto, resulta factible insistir en el uso de los preservativos en las relaciones sexuales, ya que como dice el personaje del reality de la Casa de Alofoke 2, el popular “La Fruta”: “No se tiren que hay pirañas”.
*El autor es periodista.

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