El 30 de mayo, al cumplirse 57 años del ajusticiamiento de Trujillo, es un horror que una parte bruta y canalla de nuestra sociedad, apoyada por inocentes e ignorantes, esté seriamente considerando la ilegal candidatura de un patán incapaz, cuyo único atributo resaltante es ser nieto del sátrapa.
Ese hijo de Angelita que aspira ponerse las botas de su abuelo, ni siquiera es dominicano ni ha cumplido los requerimientos constitucionales para ser elegido a ningún puesto.
Quienes le conocen denuncian que defraudó recientemente al Estado dominicano engañando al antiguo BNV.
Pero la atención mediática, pues compró un partidito reconocido y dizque varios periodistas, el trujillismo latente y las ansias de mayores controles sociales y menos delincuencia, contribuyen a alentar un espejismo que atrae a mentes débiles. Y los habituales oportunistas, los que medran sin aportar nada al país, salivan ante la idea de otro banquete.
¿Qué hacer ante esta locura? Los políticos que pongan asunto: ¿acaso podrá un carajete (palabra de Balaguer) poner en jaque nuestra democracia con humo y espejitos?