Después que Albert Pujols pasó de los Cardenales a los Angelinos no ha ganado un solo departamento ofensivo que no sea el de batear para dobleplay en 2014 (28) y 2017 (26).
Hay que recordar que Pujols tuvo los mejores primeros diez años para jugador alguno con registros tradicionales y de última generación muy consistentes, válidos para tres premios MVP (2005, 2008, 2009), seis bates de plata, uno en tercera (2001), uno en los jardines (2003) y cuatro en la inicial (2004, 2008, 2009, 2010), además de dos guantes de oro (2006 y 2010).
En 2003, dos años después de obtener el premio de Novato del Año (2001), fue líder de bateo (.359), hits (212), anotadas (137), dobles (51), con 124 remolques, pero Barry Bonds se llevó el MVP.
Como seguidor del béisbol tradicional lo que más me preocupa es que Pujols, si puede regresar después de la operación que lo saca del resto de la presente estación, es que su promedio de bateo descienda de la antes conocida como “aristocrática” cifra (.300).
Nunca se ha ponchado 100 veces. En sus primeras diez campañas bateó sobre .300, número que se ha esfumado desde que llegó a los Angelinos: 2012 (.285), 2013 (.258), 2014 (.272), 2015 (.244), 2016 (.268), 2017 (.241), 2018 (.245). Pujols llegó con promedio de .328 al equipo californiano y en estos momentos batea .302, ha disminuido 26 puntos porcentuales.
Eso quiere decir que restándole tres años de contrato, si va detrás de los 87 millones de dolares pendientes (28, 29, 30) es casi seguro que baje de los .300, aunque su ingreso a Cooperstown está asegurado con 3,082 hits, 633 jonrones, 1982 empujadas y 1773 anotadas. ¡Cualquiera no deja 87 millones en el aire!