Con tristeza hemos visto un auge en la tasa de suicidios en nuestra amada República, solo en el Cibao se han escenificado más de 25 en lo que va del año, la problemática es compleja, pues en ella convergen un sinnúmeros de factores y las soluciones a muchos de estos males nos pareciera que son inasequibles.
Conflictos familiares, traumas infantiles, abuso de drogas y alcohol, baja autoestima, sentirse rechazados, soledad, y todo esto, aunado a una deficiente relación con Dios y en muchos, la ignorancia total de la existencia del Creador, son factores que inciden en la decisión nefasta de atentar contra su vida y materializar el suicidio. .
El mundo está inmerso en un mar de problemas que sin ánimo de pecar de desesperanza podríamos llamarle desafíos, por lo cuesta arriba que se nos hace enfrentarlos y concretar soluciones viables.
El consumismo es el pan nuestro de cada día, queremos arroparnos más allá de donde las sábanas nos dan y esto aunado a la competencia que impera en nuestros días –si tú tienes un carro yo tengo que tener uno mejor-, nos está llevando a una inconformidad creciente. Definitivamente los males sociales tienen una alta cuota en este incremento, pero cada uno de nosotros podemos ayudar a que esta cifra merme.
Necesitamos estar atentos, -que exista comunicación entre unos y otros-, no me cabe la menor duda de que antes de una persona cometer suicidio existen señales que nos alertan: depresión, aislamiento emocional, estrés, amor obsesivo, exposición al peligro, entre otros. Tengamos ojo avizor dentro de nuestro entorno (familiares y amigos), los síntomas salen a flote y podemos ayudarle, si lo detectamos a tiempo.
Vemos como adolescentes se han sumado -con un aumento vertiginoso- a las estadísticas de este mal que nos aqueja, -en muchos casos, cuanta falta de amor reciben ellos-. Como padres tenemos que auto cuestionarnos, pues en múltiples ocasiones les exigimos a nuestros muchachos lo que nosotros no fuimos capaces de hacer, queremos cumplir nuestras metas en ellos y no tomamos en cuenta su parecer !no los dejamos hablar!, los avergonzamos delante de los demás, les exigimos cuando en muchas ocasiones no hemos dado buen ejemplo y se nos va la mano.
Si tenemos problemas que resolver con nuestros hijos, hagámoslo civilizadamente y de día, no escojamos la noche para bombardearlos con miles de reclamos sin darle la oportunidad de expresarse, (son muchas horas en silencio y en soledad para pensar). Pongamos atención a nuestros adolescentes, cuidemos de ellos con mesura, en múltiples ocasiones nos damos cuenta que fue una tragedia que se pudo evitar.
Todo lo anterior tiene una connotación importante, pero el mayor de los males en relación a este incremento está en la falta de crecimiento interno (espiritual).Somos sumamente seculares, no vislumbramos un entorno más allá del que tenemos y nos dejamos cegar en este escenario que llamamos vida y cuando el panorama se torna negro, se piensa que no hay salida…, no le damos la oportunidad a Dios de tomar nuestras cargas y problemas. El tiene la mirada puesta sobre cada uno de nosotros.
Es necesario tener claro que donde terminan las posibilidades del hombre comienzan las posibilidades de Dios, que los problemas y dificultades siempre existirán, pero que con ellos también tenemos la mano fuerte del Señor para ayudarnos a encontrar la salida y es por eso que tener fe se hace imprescindible
Valora la vida…en tus momentos más difíciles, si sientes que a nadie le importas, cierra tus ojos y deja que Dios – fuente de vida- te abrace con su perfecto amor y esa ventana que tanto anhelas, se abrirá de par en par!