Una apuesta interesante. Un intento de salvataje, previsible, pero esta vez, quizás no tan simple.
El presidente boliviano Evo Morales pidió a su par de Uruguay, Tabaré Vázquez, presidente pro-tempore de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), la convocatoria de una reunión en Brasil “para defender a Dilma”, “para defender al compañero Lula” y en defensa de “ la paz” y de “ la democracia”, por supuesto.
Tabaré, más prudente pero sin apartarse de la línea “bolivariana” y el estilo y antecedentes de la Unasur, prefiere que la reunión sea en Montevideo (Uruguay) y aprobar una declaración “ de respaldo” a Dilma, de la que ha hecho circular un proyecto.
Se habla en ese documento de un “ claro enfrentamiento de la Justicia contra el Poder Ejecutivo“ representado por Rousseff, frente a lo cual se ofrece “ el total apoyo a la presidenta ”.
Se preguntará el lector, ¿por qué apoyar al Ejecutivo y no al Judicial, que está investigando casos de corrupción? Y también ¿por qué se obvia el enfrentamiento con el Poder Legislativo el que analiza sacar a Rousseff mediante juicio político – impeachment- , sospechada de abusos y de recurrir a mecanismos ilegales en las últimas elecciones (léase fraude, hacer trampas)?
Según el proyecto, el propósito es respaldar “el gobierno legítimo” de Rousseff y “ la voluntad popular expresada en las urnas”. Y nuevas interrogantes : ¿ los poderes Judicial y Legislativo no son gobierno?, ¿ y no son legítimos?, ¿solo el Ejecutivo es legítimo? Por otro lado, ¿a los congresistas en Brasil, quién los eligió?, ¿no son producto de “la voluntad popular expresada en las urnas al igual que Dilma?
Se enfatiza en el proyecto que Dilma fue electa “democráticamente”. ¿ Y los otros? Pero además, puede que no sean tan así: la Corte Electoral y parte del parlamento tienen dudas de que lo suyo, al igual que lo de unos cuantos legisladores, en su mayoría del PT (Parido de los Trabajadores, fundado por Lula) y aliados del gobierno, haya sido tan diáfano, tan transparente y tan democrático. Ni tan legítimo, por ende.
Parecería que la eventual declaración de Unasur no resiste mucho análisis.
Pero tampoco lo resisten actuaciones anteriores de este llamado Club de reaseguro de presidentes progresistas y bolivarianos, inventado por Brasil, según se dice .
(Recordar el aval al “cuento” de golpe de Estado contra Correa, lo de la represión en Bolivia y la legitimación de más de una elección en Venezuela. O la posición asumida frente a los casos paraguayo y de Honduras).
Dados esos antecedentes no debería extrañar que se apruebe la declaración. Sin embargo se está en un tiempo diferente y se trata de un caso distinto. Ya no hay gobiernos bolivarianos y progresistas en Argentina y Paraguay, para Chile no es tan fácil, y hasta es posible que Juan Manuel Santos de Colombia se anime, y que Ollanta Humala desde Perú le dé a su gestión un toque final de independencia y autonomía.
Pero hay otro detalle, que es él detalle: se trata de Brasil. En todos los casos anteriores atrás de cada decisión estaba Itamarati, estaba Brasil, pero en esta oportunidad la cuestión es Brasil. Es meterse en asuntos internos del Brasil.
Decididamente es diferente.
Respecto a lo de Brasil, ¿tendrán también ahora algunos datos provenientes de esos tres servicios secretos e inteligentes?
No hay que descartar que en todo este trámite pueda darse algo parecido a aquello que se dice de las intervenciones de la ONU en los conflictos: que cuando son entre dos países pequeños interviene y desaparece el conflicto.
Si en cambio se da entre un país pequeño y uno grande, el que desaparece es el país pequeño y cuando el conflicto es entre dos países grandes entonces la que desaparece es la ONU.
Será interesante ver lo que pasa con esta arremetida de Evo, apoyada por Nicolás Maduro y Rafael Correa, y con el proyecto de declaración de la Unasur que ha circulado Tabarè.